Suaza, tejido de identidad y acción legislativa

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Hoy Suaza cumple 183 años de historia, cultura y tradición, es un aniversario que no solo celebra la fundación de un municipio, sino la grandeza de su gente: trabajadora, creativa y profundamente orgullosa de su identidad huilense. Cada año, esta fecha nos invita a mirar atrás con gratitud y hacia adelante con compromiso, reafirmando que Suaza no es solo un lugar en el mapa, sino un símbolo vivo del espíritu del Huila.

En este cumpleaños, la celebración tiene un motivo aún más especial: la sanción de la Ley 2545 de 2025, impulsada por la representante a la Cámara Florita Perdomo, que declara al sombrero suaceño como símbolo cultural del Huila y de Colombia. Una ley que honra el arte de sus tejedores, protege el patrimonio artesanal y proyecta al municipio como epicentro cultural y turístico del sur colombiano.

Hoy el Huila celebra con orgullo a Suaza, tierra donde nació uno de los símbolos más profundos de nuestra identidad: el sombrero suaceño. No es solo una prenda que protege del sol, es una creación que resguarda la memoria de un pueblo. En cada hebra de iraca se teje la historia de mujeres y hombres que, con sus manos, transformaron una tradición en símbolo, un oficio en sustento y un legado en orgullo.

El sombrero suaceño encarna lo que somos: un pueblo laborioso, creativo y perseverante. Sus tejedores no solo fabrican un objeto artesanal, sostienen una economía local y preservan un lenguaje ancestral. Esa conexión entre cultura y sustento es la que da sentido a esta ley, porque la cultura no es un lujo, es una herramienta de desarrollo social y económico. Suaza demuestra que la tradición puede ser motor de progreso cuando el Estado la reconoce y la impulsa.

La Ley 2545 de 2025 establece medidas concretas para fortalecer la producción artesanal, promover ferias, abrir espacios de comercialización y visibilizar a los artesanos como actores culturales y económicos. Este tipo de legislación es vital en un país donde muchas manifestaciones populares han quedado sin respaldo. Convertir el sombrero suaceño en símbolo nacional es, en realidad, una forma de decir que Colombia no puede perder lo que la hace única.

El trabajo de la representante Florita Perdomo refleja una gestión legislativa con propósito. En tiempos donde la política suele parecer distante, su liderazgo demuestra que sí es posible legislar desde el territorio, escuchando a la gente y transformando esas voces en leyes. Ella no solo promovió una norma, logró que el Congreso entendiera la importancia de un símbolo que pertenece no a un municipio, sino a toda una región.

Lo más valioso de esta ley no es su promulgación, sino su alcance. Al declararse el sombrero suaceño patrimonio cultural, Suaza gana visibilidad como destino turístico, los artesanos obtienen respaldo institucional y las nuevas generaciones descubren en su cultura una oportunidad para quedarse en su tierra y vivir de lo que saben hacer. Este reconocimiento puede transformar la economía local, atraer visitantes y fortalecer el sentido de pertenencia.

Suaza no solo teje sombreros, teje identidad. En sus calles se escuchan los golpes del telar, el sonido de las guitarras, el aroma de su gastronomía y la calidez de su gente. Es un lugar donde el arte, la música y la tradición se entrelazan sin esfuerzo, revelando un espíritu que no se apaga. Esta ley llega como un homenaje a ese espíritu, pero también como una herramienta para proyectarlo al país y al mundo.

Reconocer el sombrero suaceño como símbolo nacional es reconocer que Colombia se construye desde la región, desde los pueblos que sostienen la cultura con sus manos. Es un llamado a valorar lo nuestro, a dejar de mirar la identidad como algo folclórico y entenderla como una riqueza viva que debe protegerse, difundirse y celebrarse.

Pero toda ley necesita ciudadanía activa. Esta conquista legislativa no debe quedarse en los titulares, sino en la práctica: apoyando a los artesanos, comprando productos locales, visitando Suaza, recomendando sus ferias y mostrando en cada espacio público ese sombrero que hoy representa al Huila y al país entero. La identidad no se decreta, se construye todos los días con acciones.

Florita Perdomo ha demostrado que el trabajo legislativo también puede tener alma, que la gestión pública puede honrar la cultura y fortalecer la economía. Su compromiso con el Huila y con Suaza deja una huella que inspira y recuerda que la política, cuando se hace con sentido, puede transformar realidades.

Hoy, mientras el país celebra el sombrero suaceño, celebramos también la fuerza de un pueblo que convirtió su arte en símbolo nacional. Que esta ley no sea el punto final, sino el punto de partida para una nueva etapa de desarrollo cultural y turístico. Que Suaza siga siendo la cuna del sombrero, pero también el corazón del orgullo huilense que late en cada fibra tejida.

Porque cada sombrero suaceño que nace de esas manos artesanas es más que una prenda: es un pedazo de historia, una bandera del territorio, un recordatorio de que lo nuestro tiene valor. Y hoy, gracias a una ley justa y oportuna, ese valor tiene reconocimiento, protección y futuro.

Por: María Fernanda Plazas Bravo – X: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno

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