En la última reunión de la Junta del Banco de la Republica, que mantuvo la tasa de intervención en 4,25% a pesar del aumento de la inflación, llamo la atención que el Ministro de Hacienda confesara que frente al crecimiento del desempleo no tuviera propuestas de solución, justificándose en el supuesto desconocimiento de las razones que originan esta tendencia en el mercado laboral.
Coincide la desafortunada declaración con el anuncio del propietario de CP Company, una de las más reconocidas empresas de confecciones de ropa del país, del cierre de sus plantas de producción por las condiciones desventajosas que han tenido que sortear con las importaciones legales e ilegales de prendas traídas del extranjero, que se han tomado el mercado interno por los bajos precios originados en la mano de obra super barata que emplean en los países del sureste asiático y África, además de otras ventajas que ofrecen los gobiernos en donde operan sus instalaciones.
Las declaraciones del ministro parecen una broma de mal gusto, pues es evidente que la falta de oportunidades de trabajo tiene que ver con que estamos suplantando la mano de obra nacional con la extranjera por la vía de las importaciones indiscriminadas que han propiciado los Tratados de Libre Comercio y el contrabando descontrolado, que facilitan el acceso de productos que gozan de subsidios o apoyos gubernamentales y condiciones de costo nación más favorables que los que tenemos aquí.
Para mencionar cualquier cosa, el arroz un producto de la dieta básica de los colombianos, lo importamos de los Estados Unidos, a pesar de que tenemos la capacidad de producir lo que requiere el mercado interno; no tenemos como competir por el costo de los insumos, el crédito, el transporte por el combustible y los peajes, cuando hay carreteras, porque ahora es un viacrucis llevar la cosecha de los Llanos orientales a cualquier lugar por el colapso de la vía. Así el área sembrada se reduce y con ello merman los jornales.
El ministro y el gobierno se hacen los de la vista gorda, saben que el modelo destruye la producción nacional y elimina puestos de trabajo, pero se quedan con él porque apuntala los negocios de las multinacionales extranjeras a quienes defienden a capa y espada con el falaz argumento de que van a traer el progreso a Colombia.
Cuando se trata de recursos para apoyar a la industria o el agro, se niegan con el argumento del déficit fiscal, pero para resolver la insolvencia y la corrupción aparecen como ocurrió con el pago de las acreencias por 1.2 billones de la constructora Odebrecht al grupo Aval de Luis Carlos Sarmiento al que protegen descaradamente. La solución está a la vista, pero se niegan a verla.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com