La imparable agonía del río del Oro

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Uno de los afluentes más importantes de Neiva es el famoso río del Oro, aquél que nace en la Cuchilla Terpella, una ramificación de Cerro Neiva, a mil metros sobre el nivel del mar y que cuenta con una cuenca que ocupa una área aproximada de 65,76 km², aquél en el que muchos de nuestros abuelos disfrutaban de un refrescante baño a su paso por Neiva.

A lo largo de su recorrido, este rio de pomposo nombre, es alimentado por las quebradas El Tigre, El Madroño, El Banquillo, La Florentina, Zanja Honda y la Cabuya, tributantes hídricos que también han disminuido considerablemente su caudal debido al alto grado de contaminación en que se encuentran.

Cuando se transita por la ronda del río del Oro, parece olvidarse aquél histórico proceso de canalización del que fue objeto cuando se construyó sobre su margen derecha el colector de aguas residuales desde la quebrada La Torcaza hasta su desembocadura, ya que hoy se puede apreciar el estado total de abandono y contaminación en que se encuentra, adornado éste por botellas, llantas, muebles, plásticos, inodoros, colchones, empaques y otro cúmulo de basuras, que aunado al vertimiento de aguas residuales, la deforestación, el arrojo de escombros, la crianza de animales y los asentamientos humanos, constituyen los factores que amenazan la extinción del río.

La fauna y la flora nativa del otrora majestuoso río del Oro, también está amenazada y en vía de extinción, especialmente los peces, que antes se apreciaban alegres y animosos desde los puentes que cruzan el río a la altura de las carreras segunda, quinta, séptima y quince; puentes que hoy se han convertido en hogar y resguardo de muchos habitantes de calle, quienes allí han construido sus precarias viviendas, junto a depósitos de basura, todo en desmedro del paisaje urbano.

Muchas de las viviendas construidas dentro de la zona de protección de la cuenca del río, principalmente en los barrios San Martin, Santa Isabel, Acacias, Bogotá, Pozo Azul, Peñón Redondo y Limonar, también contribuyen a su avanzado deterioro, ya que algunas vierten sus aguas residuales al río o sencillamente se han convertido en pequeñas escombreras y depósitos de residuos de materiales de construcción que ocasionan fácilmente problemas de contaminación, amén de la crianza de animales como cerdos, cuyos desechos terminan en el afluente.

Es muy importante trabajar en formulación y ejecución del plan de manejo y ordenamiento de la cuenca hidrográfica del río del Oro, que permita no sólo elaborar un verdadero diagnóstico actual, sino diseñar y desarrollar unas acciones administrativas concretas, que nos permitan recuperar el afluente y mitigar esta problemática, para que nuevamente el agua del río brille como el oro con los destellos del sol, haciendo gala de su bonito nombre.

Así que manos a la obra entre la Secretaría de Medio Ambiente del municipio, la CAM, el Ministerio del Medio Ambiente y otras autoridades locales, a fin de que salvemos de la muerte nuestro bello río, antes que sea demasiado tarde.

Por: José Ferney Ducuara Castro – josefeducuara@hotmail.com

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