Los barrios son el eje que le da vida a la ciudad, pues es allí donde convivimos, crecemos y forjamos nuestras relaciones que el día de mañana tal vez se conviertan en nuestros mejores amigos, nuestras esposas, en fin.
También son los lugares por excelencia en el que las familias se reúnen para compartir y disfrutar de momentos importantes como la celebración de cumpleaños, disfrutar de nuestras alboradas en San Pedro y la tienda de barrio se convierte en el medio social, nuestro Facebook local, en el que nos enteramos de los acontecimientos.
Sin embargo, los vecinos de los barrios tienen una preocupación constante, la seguridad en los barrios.
El desuso de los parques por parte de los niños y padres de familia, la construcción de rejas.
La instalación de cámaras de seguridad, alarmas y la contratación de esquemas de seguridad a un bajo precio que disuaden medianamente a los amigos de lo ajeno, se han convertido en un común denominador en gran parte de la ciudad.
Nuestra ciudad se está convirtiendo en pequeños barrios cárceles en donde los vecinos viven atrapados en medio de rejas por la falta de seguridad.
Un síntoma que las distintas instituciones (como el Concejo, la Alcaldía, la Cámara de Comercio, las Universidades, entre otras) deben poner cuidado para mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos.
Una forma de atacar este problema es cortando la raíz, el desempleo. De acuerdo con el estudio de Findeter «Neiva Sostenible 2040» nuestra ciudad requiere una política pública de emprendimiento impulsada desde el Concejo para generar un ecosistema que le permita a la ciudadanía acceder a conocimiento y crédito barato y no que el banco de los barrios, el gota a gota, los verdugos de los negocios en nuestros barrios se sigan apropiando de los ingresos de los vecinos a punta de intimidación y violencia.
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Por: Cristian Dussán – comunicaciones@cristiandussan.com