El Benny

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Hay relatos de vida que inspiran, uno inicio hace cien años en un remoto poblado de la isla caribeña de Cuba, una cantera de notables figuras de la música; Bartolomé Maximiliano Moré en medio de la pobreza que rodeaba su existencia, alterna el aprendizaje de la guitarra y el corte de caña para conseguir el sustento en la adolescencia; cuando se traslada a la Habana la capital, el comercio de frutas y hiervas se convierten en su fuente de ingresos, mientras participa en programas y concursos de canto, que por la época realizaban las emisoras en busca de talentos para explotar.

Víctima de la fiebre palúdica y afectado por grandes privaciones, rueda entre bares y cantinas procurando entretener a los clientes, de los que espera cualquier retribución.

La persistencia finalmente le permite integrarse a un grupo musical, con el que inicia una vertiginosa trayectoria, que lo llevaría luego a México en donde por dos décadas brillo con luz propia, tanto por sus interpretaciones, como por las numerosas composiciones musicales, muchas de las cuales tuvieron su origen y recuerdan los años difíciles o añoran su tierra natal, a la que regresaría para vivir los últimos días de su azarosa existencia.

Este rápido retrato sin precisiones – que se pueden consultar en internet – de un ser extraordinario, tiene como propósito recordar que incluso en las más difíciles situaciones, la naturaleza humana es capaz de sobreponerse y descollar.

En tiempos de crisis climática, ocasionado por el absurdo contrato social que rige el planeta, que promueve el abusivo aprovechamiento de la naturaleza, no para resolver las necesidades vitales de los moradores del globo terráqueo, sino para satisfacer la codicia de los pocos propietarios del gran capital; en el auge de la migración masiva de refugiados que huyen de la pobreza y la violencia; en vísperas de una crisis económica mundial que arrasa con las ilusiones de millones de seres excluidos y empobrecidos;  historias como las del bárbaro del ritmo deben convertirse en un aliento, en una advertencia para quienes erróneamente consideran que es posible doblegar el espíritu de los hombres.

El ejemplo del sonero mayor es tan solo uno que traemos a colación, uno del pasado, ahora se presentan muchos otros, en variadas actividades de la sociedad para reseñar, con seguridad la pluma de algún avezado escritor del futuro ilustrara sus luminosas trayectorias, acompañadas de la narración de la derrota de los enemigos del progreso.

Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com

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