Son muchos los politiqueros que hoy se rasgan las vestiduras ante la tragedia de: Mocoa, Campoalegre, Algeciras, Rivera y otros municipios. Son muchas las voces y críticas contra alcaldes y la gobernadora del Putumayo, tratando de ocultar su propia irresponsabilidad porque siendo gobernantes en el pasado reciente no invirtieron recursos económicos representativos en la mayoría de departamentos del sur de Colombia, con el pretexto que estos eran zonas guerrilleras, razón por la cual el estado central no invertía recursos económicos, porque estos se perderían, según su perverso criterio.
No es solamente los equipos para el monitoreo de crecientes o avalanchas que nunca llegaron del alto gobierno, que le habían sido solicitados por los mandatarios locales a los últimos mandatarios nacionales, desde: Samper, Pastrana, Uribe y Santos que nunca llegaron para evitar una tragedia anunciada donde perdieron la vida niños, adolescentes, jóvenes, mujeres y ancianos todos hermanos nuestros. También brilla por la ausencia la estabilización de las vías terciarias, los proyectos productivos agrícolas y pecuarios, la educación de buena calidad, pues causa vergüenza ante el mundo que en pleno siglo 21 en Caquetá y Putumayo haya más de 200 escuelas rurales que no cuentan con el fluido eléctrico y menos con la infraestructura, y logística mínima.
Tuvo que producirse semejante tragedia humana para que desde Bogotá por fin se mirara hacia el sur, para que el gobierno central anunciara la destinación de recursos que ojala no salgan cortos y el nombramiento de Luis Carlos Villegas actual ministro de defensa, que es un gran hombre para que coadyuve a la reconstrucción y administración de los recursos para que sean bien invertidos.
Estas tragedias para los expertos, son fáciles de predecir por la conformación topográfica del terreno en donde la gente pobre crea estos asentamientos habitacionales, sin saber que el terreno que están ocupando es propiedad de ríos y quebradas que en cualquier momento lo reclaman.
También son prevenibles sí hay voluntad política y capacidad de gestión. En Timaná, el río que lleva su mismo nombre era una gran amenaza para sus pobladores, y cuando llegó a la alcaldía de ese municipio Jesús Méndez Artunduaga la primera obra que realizó fue el dragado de su río, acabando con la gran amenaza, porque a los 3 meses llego la ola invernal y también las avalanchas, y allí no pasó nada.
Huila, Cauca, Chocó, Caquetá y Putumayo, son la otra Colombia… olvidada.
—
Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com