Bioinsumos: clave para una agricultura sostenible

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La llamada Revolución verde que se inicia hacia los años 40, tuvo como consecuencia el gran aumento de la producción agrícola mundial, debido principalmente a la intensificación de las áreas cultivadas, al uso masivo de fertilizantes y pesticidas sintéticos, maquinarias pesadas y al avance tecnológico en riego.

Este avance, sin embargo, tuvo consecuencias negativas, tales como la disminución de la biodiversidad, la aparición de plagas resistentes, desequilibrios en los agroecosistemas y efectos perjudiciales en el medio ambiente. Ante esto, la investigación se orientó hacia la agricultura sostenible, es decir, a una producción económica y socialmente aceptables y en armonía con el medio ambiente. Una alternativa para el manejo tradicional de los cultivos es el uso de bioinsumos. Estos productos de origen biológico tienen actividad pesticida, fertilizante o inductora de la defensa vegetal.

La problemática relacionada con el uso de los plaguicidas es compleja y dinámica, e incluye varios actores con distintos intereses y posturas, una alternativa que tiene cada vez mayor participación en el esquema de manejo de los cultivos, complementando al manejo convencional, es el uso de bioinsumos (biofertilizantes, bioestimuladores y bioplaguicidas), ya que representan opciones económicamente atractivas y ecológicamente aceptables.

Un bioinsumo es un producto basado en compuestos y/o extractos de microorganismos o plantas, o de microorganismos vivos, capaces de mejorar la productividad (o rendimiento), calidad y/o sanidad al aplicarlos sobre cultivos vegetales, sin generar impactos negativos en el agroecosistema.

La idea es buscar en la propia naturaleza, donde existe una gran cantidad de productos y de estrategias que pueden utilizarse para el manejo sostenible de plagas y enfermedades de las plantas.

La agricultura sostenible como pilar de las estrategias actuales propone reducir el uso de agroquímicos, complementándolos con la aplicación de productos de origen biológico cuya producción dependa de fuentes renovables de materia prima y energía. Ante la exigencia de producir alimentos inocuos y proteger al medio ambiente, la agricultura empieza a dar un giro hacia el uso de los bioinsumos.

Lo anterior está marcando una nueva tendencia en la producción agrícola al sustituir agroquímicos por insumos biológicos. Las ventajas de estos productos son que no dejan residuos en el agua, el aire, el suelo o en los productos alimenticios y tampoco ponen en riesgo la salud de los agricultores y consumidores.

El sector agrícola tiene el desafío ineludible de mantener la producción y la rentabilidad reemplazando la utilización de agroquímicos para dar paso a una agricultura basada en prácticas más naturales y sostenibles, teniendo para esto a la naturaleza como aliada.

Es así como el sector agropecuario debe hacer lo propio desde el lugar que ocupa, no sólo para garantizar la excelencia de los productos que comercializa, sino para resguardar el ambiente en el que lo hace. La sociedad en este punto ya no es flexible, la preservación del medio ambiente es hoy una exigencia básica. Ya no se aceptan procesos productivos sin responsabilidad social empresarial.

Es necesario fortalecer las políticas a nivel mundial para adecuar la producción agrícola a sistemas de producción que sean compatibles con el cuidado del medioambiente asegurando su viabilidad para esta y las futuras generaciones.

Los responsables de este propósito son muchos: los productores y sus organizaciones, los investigadores que llevan a cabo su tarea en universidades e institutos, el estado con sus instituciones y la sociedad toda en sus múltiples facetas.

Por: María Fernanda Plazas Bravo
Twitter: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia

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