Con los primeros rayos de sol que bañaron el firmamento de Cartagena en este histórico lunes, hizo su aparición una mujer que ilumina todo lo que encuentra a su paso.
Muy cumplida, antes de las 7:00 de la mañana, Diana Jaramillo arribó al Museo Naval a reclamar su acreditación de prensa para cumplir su sueño: cubrir la Firma del Acuerdo Final de Paz entre el Gobierno y las Farc.
Diana es una fascinante dama de 67 años, con una personalidad arrolladora.
Oriunda de Líbano, Tolima, vivió los rigores del naciente conflicto colombiano cuando aún era una niña.
“En todo lo que son los corregimientos del Líbano mataban y bajaban los cuerpos en mulas”, relata Jaramillo, como si reviviera la macabra experiencia de nuevo.
“A nadie se le puede olvidar de niño, que vio bajar por el camino las muladas y los cuerpos venían acostados encima de la mula y a un lado en un costal la cabeza”, recuerda con estupor.
Y es que esta era una práctica común en la guerra entre liberales y conservadores en esa región del país a mediados del siglo pasado.
Ante el terror, su familia tuvo que desplazarse del corregimiento libanés de Santa Teresa, al casco urbano del Líbano.
“Nosotros no crecimos con cuentos de hadas”, lamenta.
“Yo estaba muy niña. Resulta que quemaron la casa de mi abuelo que quedaba allá y en esa guerra empezaron los liberales contra los conservadores”, relata.
Pocos años después se originarían las Farc en el departamento del Tolima, según Diana, en el municipio de Planadas.
Todas estas experiencias, lejos de generar rencor, moldearon su carácter.
Una vez fue bachiller, se enamoró a la docencia, actividad a la que se entregó de lleno por 32 años.
“Cuando ya completé 32 años de trabajo, ya me di cuenta que llegó la tecnología y nosotros los maestros éramos totalmente analfabetas en el sentido de la tecnología (…).
Entonces dije: es mi época de hacerme a un lado”, explicó.
Basta observar a Diana Jaramillo para darse cuenta de que es una líder natural.
Y esa cualidad, que le brota por los poros, la ha llevado a promover la resolución de conflictos por la vía del diálogo.
“Empecé a trabajar con los presos de la cárcel del municipio del Líbano y me fui para allá (…). Yo me fui a validarle la primaria a 50 internos”, recuerda con emoción.
Así mismo, explica que estableció un convenio entre el centro penitenciario y el Colegio Alfonso Arango Toro para que los presos sean bachilleres del citado plantel.
Del mismo modo, relata una experiencia similar que tuvo en la cárcel La Picaleña de la ciudad de Ibagué.
“Había un patio que era de guerrilleros; y había otro patio que era de paramilitares. Allí se enfrentaban deportivamente la guerrilla y los paramilitares en los patios de la cárcel de Picaleña y nunca se presentaba lo que se presenta en nuestros estadios deportivos”, sostiene.
Apoyo a la paz
Diana Jaramillo, perteneciente a Redepaz, viajó 19 horas por tierra para llegar a tiempo al acto protocolario de firma del Acuerdo Final de Paz.
Pero pese al comprensible agotamiento, jamás perdió el entusiasmo por ser testigo de primera mano de un evento de semejante trascendencia.
“¿Por qué este proceso de paz va a ser beneficioso para nosotros? El que tuvo contacto con la guerra, el que vio la guerra, el que ha visto los muertos, las necesidades, el hambre, los campos destruidos (…), ve que es un revivir del campo”, asegura.
Compara la firma del Acuerdo Final de Paz con las Farc con el histórico episodio del florero de Llorente.
“Tal vez nosotros los colombianos ahoritica no entendamos este proceso, pero de aquí a algunos años la historia va a quedar y nosotros vamos a ser parte de esa historia, como cuando se contó lo del florero de Llorente. Porque es que la gente no ha alcanzado a entender la grandeza de esto”, sentencia.
Y con el mismo ángel con el que llegó se alejó, llena de esperanza en una paz que se comienza a construir hoy y que disfrutarán en los campos del Tolima y de todo el territorio nacional.