Una tragedia invisible

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El domingo es el día de mercado en Algeciras, la plaza desborda en visitantes y víveres que provienen de la zona rural del municipio, al que llaman la despensa del Huila por la abundancia en cosechas de pan coger, los bares bullen con los parroquianos que clausuran una semana de arduo trabajo y se preparan para iniciar otra jornada en las labranzas.

Sin embargo, este domingo ha sido diferente, el silencio casi sepulcral, es la evidencia más elocuente de la magnitud de la tragedia ocurrida en los últimos meses, en enero 21 y ahora entre el 17 y el 24 de febrero las crecientes de río Neiva, río Frio, río Blanco y varias quebradas, han desmantelado el sistema vial entre veredas y la cabecera, una decena de puentes que comunicaban el Paraíso, El Casil, Bellavista, Lagunilla, El Espejo, El Roble y San Francisco, entre otras veredas y el poblado de El Puente, zona norte aislada y afectada en su producción, por la destrucción de las cementeras al paso torrencial de las aguas debocadas.

Don Rubidio Medina aparcero en la vereda Colón, con un nudo en la garganta nos relata su tragedia: con sus cuatro niños, entre ellos una niña con embarazo, debieron ser auxiliados por vía aérea para salir de la zona anegada por el lodo, que cubrió sus cultivos de pepino y tomate perdidos completamente.

En el sur también la quebrada Las Damitas averió la carretera a Las Morras y arrasó con cultivos de café y plátano; el municipio de Rivera en su área rural recibió el golpe de la naturaleza, una sección de la banca se perdió en su totalidad incomunicando a las 52 familias que viven en el sector de Juntas Rioblanco y que sacan al mercado banano y café.

Las bocatomas de los municipios de Rivera y Campoalegre, fueron destruidas dejando sin provisión de agua potable a sus cuarenta mil habitantes, pero no es menos grave la perdida de estructuras de acueductos veredales;  la tragedia en el campo no logra la proximidad de los reflectores de las ciudades, pero progresivamente verá limitada su provisión de alimentos y materias primas, con lo que a la larga perjudicará incluso a los que no tuvieron el impacto directo en sus viviendas.

No deja de causar desazón, saber que estos eventos pueden mitigarse, atendiendo las recomendaciones de estudios como el de la UNESCO: “Estrategias para control de los Fenómenos Torrenciales y la Ordenación sustentable de las aguas, suelos y Bosques de las cuencas de Montaña”, que sugieren la combinación de medidas hidráulicas de obra civil y el mantenimiento de la cobertura vegetal; dada la imprevisión solo nos corresponde la solidaridad.

Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com

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