¡También he pecado!

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David, mi hijo mayor, me sugirió que, para esta semana de recogimiento religioso, hiciera un artículo donde expusiera si en la vida también era posible aceptar el pecado y la equivocación en términos políticos, a lo cual dije que no era tarea fácil, pero tampoco imposible toda vez que desde la creación de la humanidad y pasando por nuestro señor Jesucristo, todo acto ha sido político.

Luego le explique que no es cierto lo que muchas personas con cierto tufillo despectivo, y en reuniones sociales manifiestan, que no le importa esta actividad y que nada esperan de ella, como que tampoco han recibido nada por ello, pues allí mismo estaban equivocados, pero además pecando “por inocentes y permisivos”, pues esa clase política que tanto odian y critican, es la que nos ha tocado padecer en diferentes gobiernos, puesto que no hacemos nada para evitar malos ejemplos, malas decisiones, gobiernos insensatos, opresores y corruptos.

Solo a manera de ejemplo le indiqué que los políticos deciden todo cuanto nos rodea, así no actuemos directamente en ella, basta ver cómo y quienes  cambian el salario mínimo, imponen los impuestos, cambian las reglas democráticas, cambian la jornada laboral, los modelos contractuales, restringen la movilidad, definen a quién y cuándo se vacunan contra el Covid; es decir, todo está en sus manos, y no hemos aprendido a que los ciudadanos tenemos un poder infinito en nuestro voto, pero no ejercemos la ciudadanía y somos los responsables de vivir en el pecado de la inacción.

Por lo anterior, le quise explicar que el camino que abrí con mi candidatura a la Cámara de Representantes, no podía quedar allí en ese intento, que debemos en carne propia o en cuerpo ajeno retomar esas banderas y continuar, pero previamente considerando si hemos pecado.

Por ello, nada mejor que empezar por saber quiénes somos, y definir nuestras posturas en cualquier lugar donde la vida nos pida explicaciones.

Así, empezamos a concluir nuestra primera charla política con mi querido hijo David, señalándole que me defino como un libre pensador, un demócrata, un católico, un protector de la justicia y un guerrero ante lo injusto y contra cualquier tipo de maltrato  -sea laboral, familiar, animal- en especial, cuando se afecta ante mis ojos la dignidad de un niño, pues en segundos mis pupilas se mojan pensando en que ese puede ser mi hijo y ante eso no hay punto de quiebre.

Políticamente, de ideas liberales por lo que representa las libertades, pero firme en la convicción de que la ley no puede superar la vida misma de quienes la crean, por tanto, el fin último es el ser humano.

No gusto de prácticas malsanas donde se destruyen los bienes públicos, me gusta la protesta y el disenso, pero con fuertes argumentos, no me gusta el ataque personal y soterrado, no me gusta la política de la zancadilla, no comparto movimientos donde se intente dañar al otro, todos formamos parte de una sociedad en formación y siempre inacabable.

Como dijo Carlos Acutis, joven recién canonizado, “los Hombres nacen originales, pero muchos mueren como fotocopias».

Vamos hacer la diferencia le dije, no seremos fotocopias ni hojas amarillas a la vuelta de unos años, vamos hacer historia viva, la vida es un instante, nada nos puede detener, el poder político se gana día a día, se consigue con la palabra, se construye con un discurso y se anima las voluntades humanas, la política no puede seguir siendo mecánica, hay que ponerle carne y corazón, palpito, razón y juicio.

Finalmente, le dije, también he pecado, y por dos décadas, he estado al lado de personas equivocadas, he apoyado a gobiernos equivocados, es hora  de cambiar el rumbo por los niños y jóvenes de Colombia y por este País que se merece mucho más.

Por: Juan Felipe Molano Perdomo – jmolano74@hotmail.com
Twitter: @JuanFelipeMola8

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