El cambio para vivir sabroso, se relaciona con el cuidado y aprovechamiento de nuestros recursos naturales, con alternativas económicas que no destruyan la vida.
El nuevo gobierno tiene grandes desafíos en materia de medio ambiente y entre estos se destaca la creación del Instituto Nacional de Energías Limpias, impulsando tecnologías que permitan el desarrollo del potencial de energía eólica y solar, en las zonas no interconectadas se implementarán proyectos comunitarios de generación de energía eléctrica con fuentes renovables basadas en los potenciales disponibles en cada región; la economía productiva de la tierra, la recuperación y protección de la soberanía alimentaria y, por supuesto, la justicia ambiental una de las grandes apuestas del nuevo gobierno en el que se enfatiza la ratificación del “Acuerdo de Escazú” el gran pacto ambiental que procura la protección del medioambiente, el acceso a la información ambiental, así como la garantía y defensa de los líderes sociales.
(Según la ONG Global Witness, en 2020 y 2021 Colombia encabezó el listado de los países más peligrosos para los líderes ambientales. De los 227 líderes que fueron asesinados en el mundo durante 2020, 65 eran de Colombia, lo que corresponde casi a un tercio del total).
Lo bueno de este plan de gobierno es que reconoce el vínculo entre la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, menciona la necesidad de impulsar transformaciones hacia un modelo de desarrollo sostenible en el que se propone liderar una agenda climática en el ámbito internacional cumpliendo con los acuerdos suscritos por Colombia en las cumbres climáticas, entre los que están, por ejemplo, el Acuerdo de París, delimitar áreas de Colombia con riesgo alto a ser vulnerables al cambio climático como áreas de reserva y protección ambiental.
El programa de gobierno también busca proteger y preservar ecosistemas estratégicos con base en procesos organizativos, suscribir acuerdos comunitarios para la regeneración, restauración y preservación de ecosistemas.
Colombia es considerada potencia hídrica mundial con seis nevados y más de 48.000 humedales (entre ríos, lagos, lagunas, ciénagas, arrecifes y estuarios, entre otros) habitados por el 87% de la población. Somos el segundo país con más especies de peces de agua dulce: un total de 1595, de las cuales 367 solo se encuentran en Colombia.
El agua debe entenderse como un eje articulador del territorio, que soporta el funcionamiento de los ecosistemas, la diversidad biológica y el desarrollo social, y por ello, su gestión integral debe ser prioritaria. Cada año, los ríos reciben 918.670 toneladas de materia orgánica no biodegradable. Parte de la expansión ganadera y agrícola se hace a costa de los humedales. Hay barrios construidos sobre las rondas de los ríos.
El cambio climático está agotando este recurso y ya hay ríos que están desapareciendo. Proteger el agua tiene que ser un trabajo en equipo. Nuestro río Magdalena es un gran atractivo colombiano, pero en los últimos años ha sufrido terribles consecuencias como la construcción del proyecto hidroeléctrico El Quimbo, ha generado contaminación como consecuencia del llenado del embalse y la biomasa inmersa, hecho que dio lugar a la afectación aguas abajo del embalse y el vertido de aguas servidas originadas en los municipios ribereños.
Gracias a la participación activa de la sociedad, el río Magdalena, su cuenca y sus afluentes son una entidad sujeta de derechos a la protección, la conservación, mantenimiento y restauración. Otra de las grandes apuestas de Gustavo Petro es la reorganización alrededor del recurso hídrico, planteando garantizar el mínimo vital.
En zonas rurales, veredas, municipios pequeños e islas se impulsarán los acueductos comunitarios articulando saberes tradicionales con asistencia científica y tecnológica; en los centros urbanos buscará la creación de sistemas de drenaje sostenible.
Buscará consolidar las PTAR (Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales) en todos los municipios que estén situados a las orillas del Río Magdalena, de tal forma que se garanticen usos y manejos adecuados de las aguas residuales y el río se conserve en su total vitalidad y como un bien común que todas las comunidades puedan disfrutar.
De igual manera, se plantea garantizar la democratización del acceso a los sistemas de regadíos mediante el apoyo a la planeación y construcción de sistemas de regadío de propiedad, uso y manejo comunitario.
No se construirán más hidroeléctricas de embalse, se atenderán las propuestas de las comunidades en relación con los impactos ambientales y socioeconómicos de los proyectos hidroeléctricos, respaldando la voluntad ciudadana por la defensa de la vida y los territorios expresada en consultas populares.
La activa participación de las regiones en la revisión, evaluación y construcción de políticas públicas de los sectores ambiente y agricultura favorecen un desarrollo más armónico y sostenible del campo colombiano, promoviendo la participación de más mujeres y jóvenes en el desarrollo rural de nuestros territorios.
El departamento del Huila se ha convertido en una despensa agrícola muy importante para Colombia, no solo mirando el consumo local, sino la producción de algunos alimentos que cada vez son más apetecidos en el exterior, como el café.
Este departamento es el primer productor de café en cantidad y calidad de Colombia, pero además es el primer productor de tilapia roja y de filete, el segundo productor de lulo, primero de frijol, cuarto de cacao y tercero en panela.
La economía colombiana también debe girar en torno a la producción de alimentos y es por ello que en este nuevo gobierno se impulsará la creación y compra de tecnología e infraestructura necesarias para el procesamiento de productos agrícolas, con el fin de comercializar productos de alto valor añadido a los mercados nacionales e internacionales; se avanzará en la construcción de torrefactoras para el proceso de transformación del café de propiedad colectiva ubicadas de forma estratégica en los departamentos, que permitan crear circuitos de valor agregado de café que incluyan a la gran mayoría de los productores y garantice mejores ingresos para la región y mayor oferta de trabajo.
La convivencia pacífica y responsable con la tierra, podría “proponerle al mundo un verdadero equilibrio con la naturaleza para poder vivir y existir. Para vivir sabroso”. Colombia será potencia mundial de la vida.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo
Twitter: @mafeplazasbravo