Para qué una idea ganadora si no se publica

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Hugo Fernando Cabrera OchoaAbriré esta columna con una frase de Philippe Michel que dice: «El trabajo de la publicidad no es vender, sino crear una conexión cultural entre los deseos del empresario y los del público», para significar que por más brillante que sea una idea que se haya generado en la mente de un emprendedor, innovador o empresario, por más que haya sido probada e investigado sobre ella, se haya podido conformar un equipo interdisciplinario acoplado y sincronizado que la haya hecho realidad y se hayan conseguido los recursos para llevarla a la realidad, sino se logra hacerla atractiva para los ojos de los consumidores, el éxito no va a ser completo, y puede pasar.

La publicidad es la quinta y última “P” que hace parte de mi teoría sobre las “Cinco P de la Competitividad – Competitive Homo” y tiene dos aristas importantes que la enlazan con dicha competitividad: una es la que tiene relación con el encabezado y es la manera de comercializar o poner a disposición del público el producto del proceso, ya sea tangible o intangible, y generar esa conexión con quienes posiblemente lo vayan a adquirir, y la otra es compartir el conocimiento adquirido con base en el conocimiento mismo, con el resto de la gente, para que de esta manera no se lucre solamente una persona sino que haya oportunidad de progreso para toda una comunidad que pueda ser beneficiada de la misma idea o que la idea misma sea generadora de oportunidades para muchas más personas.

No es para nada fácil llegar a esta etapa y tampoco es sencillo pasar por ella, por eso hay que tener en cuenta estas palabras del famoso publicista norteamericano William Bernbach que dicen: «Usted tiene que vivir con su producto. Tiene que empaparse de él. Tiene que saturarse de él. Tiene que llegar al corazón del mismo. Así es, pero si no encuentra un concepto original que pueda ser comunicado al lector, usted no puede ser creativo».

Dada esta premisa, es importante entender que zapatero a sus zapatos. La publicidad aunque parezca sencilla, para nada lo es y aunque sintamos que somos capaces de producir el efecto publicitario necesario, siempre el riesgo será mayor, por tanto es pertinente tener dentro del equipo o por lo menos tener clara la necesidad existente de una persona o una firma que sepa realmente cómo se lleva a cabo este proceso, en lo referente a la primera arista.

La segunda arista se determina de acuerdo a la proyección financiera que se haga del proyecto y los tiempos que se establezcan o se programen en relación con el desarrollo comercial del mismo, de todas maneras si el camino es hacia la competitividad, es pertinente hacer que se beneficie la mayor cantidad posible de personas.

Con esta columna termino esta serie de cinco artículos relacionados con mi propuesta sobre el hombre competitivo (Competitive homo) y las cinco “P” que involucran el pensar, probar, participar, persuadir y publicar, y que pretende hacer un aporte al desarrollo verdadero de la competitividad, partiendo desde el ser humano y trascendiendo a otras esferas mucho más amplias.

Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com

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