La reciente elección de la nueva Mesa Directiva del Concejo de Neiva dejó más que una nueva presidencia: marcó un punto de quiebre político. Por primera vez en la historia reciente, el Concejo eligió como presidente a un concejal distinto al recomendado del alcalde. Un hecho que, sin necesidad de discursos altisonantes, habla por sí solo.
El gran protagonista fue Dagoberto Gómez Méndez, nuevo presidente del Concejo. Un hombre serio, respetuoso y sereno, que sin levantar la voz logró unir a las bancadas más tradicionales con parte de la oposición. Su elección fue el resultado de una estrategia paciente y bien tejida, donde primó la conciliación sobre la confrontación.
Uno de los que salió golpeado fue Sebastián Prieto, un joven político con formación técnica, visión y energía, pero que se confió demasiado en el respaldo del alcalde Germán Casagua. Apostó todo a la carta oficialista y terminó pagando el precio. En política, a veces los respaldos pesan… pero no alcanzan.
Para el alcalde Casagua, la noche fue una advertencia. Más que una derrota personal, el mensaje fue institucional: su coalición empieza a mostrar independencia, y el bloque de apoyo ya no vota en automático. Es el tipo de llamada de atención que en política inteligente debería invitar más a la autocrítica que al reclamo.
En medio del reacomodo, Héctor Javier mantiene su estilo reservado y calculado. Va despacio, sin ruido, pero con pasos firmes hacia su objetivo: la Alcaldía de Neiva. En un escenario de movimientos abruptos, su estrategia pausada empieza a rendir frutos.
Vale destacar la elección de Humberto Perdomo como primer vicepresidente: un concejal trabajador, serio y con criterio propio; y la de Nina Alexandra Guzmán como segunda vicepresidenta, quien se mantuvo fiel a sus convicciones y se negó a ceder ante presiones externas. En tiempos de tanta voltereta, la coherencia también cuenta.
Ya al cierre, como siempre, la política local dejó sus notas de color y comentarios de pasillo.
Nota 1: Según se comenta en el Concejo, Jorge Andrés Géchem habría estado impulsando —sin éxito— la candidatura de Prieto, jugada que terminó costosa y dejó más interrogantes que resultados.
Nota 2: Y cómo no mencionar la voltereta del “Chulo” Garzón, digna de una clase magistral en oportunismo. Su cambio de postura fue tan rápido y preciso que haría palidecer a cualquier ave de carroña: olfato fino, vuelo bajo y aterrizaje perfecto.
En conclusión, la elección de la Mesa Directiva no solo definió quién presidirá el Concejo el próximo año. También mostró que, por primera vez en mucho tiempo, el poder local respira otro aire. Y que mientras unos se quedan sin oxígeno, otros aprenden a volar en silencio.
—
Por: Andrés Felipe Guerrero
Abogado
Especialista Derecho Constitucional y Administrativo