Los versos de Andrés

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Habrá quienes piensen que renunciar a bienes materiales por ir tras tesoros escondidos en la mente, en las palabras o en las letras, es una decisión de locos soñadores, bohemios, o a lo mejor de ingenuos pensadores.

Habrá quienes conciban una realidad distinta y no comprendan que la espiritualidad es una mina en la que se puedan encontrar los más valiosos y hermosos minerales y las más resplandecientes piedras preciosas, que seguramente tendrán formas indescriptibles, complejas, abstractas, únicas.

Habrá quienes marchen tras sueños que otros verán como quimeras inmateriales tras las cuales no valga nunca la pena correr, pero eso no corta el ánimo de aquellos que emprenden la aventura de encontrarlos, de atraparlos, de hacerlos realidad.

He leído con detenimiento las expresiones de Andrés, unas frases que comenzaron a dar vueltas en su mente, que lo desvelaron y despertaron en la madrugada, que lo elevaron mientras recorría las calles de la ciudad en el transporte público, que pacificaron sus preocupaciones cuando el fantasma de la pandemia nos atormentaba a todos y que finalmente lo obligaron a sentarse frente a una hoja de papel y con la complicidad de un bolígrafo dieron vida a una serie de bellos poemas.

“Claro que creo en los sueños. Soñar es esencial, pues puede ser la única cosa real que exista”, decía el gran Jorge Luis Borges y he adoptado esta frase para no dejar de buscar la inspiración, pues solamente quien duerme el sueño eterno puede darse el lujo de dejar de soñar, buscando la manera de vivir su presente y buscando la mejor forma de encontrar su futuro.

En “El Principito”, novela de Antoine de Saint-Exupéry, aquel libro que todos debiéramos leer algún día, se encuentran frases con una sabiduría única, de la cual debiéramos apropiarnos; de él tome esta expresión: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos», para entender que para creer es importante observar también con el corazón, porque en ocasiones lo verdaderamente importante no se logra divisar con la mirada.

Por eso, y tomando respetuosamente las palabras de Andrés, puedo decir que estoy de acuerdo en que “Habrá quienes creemos en la vida, en su modestia, en el calor del abrazo y la risa del amigo, en los pasajes teñidos de rojo por los que corren los infantes, en procura de cometas que dormitan en escaparates. Habrá quienes creemos en la vida, en su dolor y su caricia, en la certeza del beso que ocurrió hace diez años, bajo el alfeizar de su ventana, en el barrio de casas viejas de reja victoriana” (Tomado del compendio de poesías “Habrá quienes crean” de autoría de Andrés Mauricio Cabrera Díaz).

He encontrado en los poemas de Andrés que no es cierto que el pasado ya pasó, que el presente es ahora y que el futuro no existe porque es incierto, pues se logra dar vida al pasado con los recuerdos que se mantienen vivos con el pensamiento, con las palabras, con las fotografías que se ojean de vez en cuando, con las letras y los sueños, pero además esas mismas ensoñaciones nos pueden llevar a esos momentos y lugares en los que queremos estar algún día.

Adenda: Me conmueve profundamente el orgullo de una madre tras los logros de sus hijos.

Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
Twitter: @Hufercao04

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