Las fullerías de Toñito Castellanos

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Hugo Fernando Cabrera OchoaHacía mucho tiempo no me dejaba tan aterrado la forma de actuar de un ser humano en particular, como me dejó en estos días un fulano llamado Toñito Castellanos. Hombre con discursos límpidos y serios que desde tiempo atrás han embaucado a sus coterráneos o paisanos haciéndoles creer que es un ser humano de sanas costumbres y terso proceder.

El mañoso Castellanos se ha movido con soltura haciendo parte de grupos sociales a los cuales ingresa con argumentos filantrópicos que convierte siempre en su máscara para poder sacar provecho personal y llenar a granel sus propias arcas.

Desde siempre ha sido enredador y con artimañas trata de vender su imagen de hombre de bien para aprovecharse de la confianza de quienes logra conquistar en su fe, por lo que muchos que otrora fueron sus amigos, al descubrir su verdadero fin, dejaron de estrechar su mano y aplaudir sus actos de aparente benevolencia.

Toñito siempre se las dio de ser un buen ciudadano, siempre quiso hacer creer que sus pies santificaban la tierra que pisaba y el agua con la que lavaba sus manos quedaba bendita, pero en su doble moral era libro abierto a los ojos de Dios y de quienes lograban conocer verdaderamente sus auténticas intenciones y actuaciones.

He observado, analizado, estudiado y tratado de entender las costumbres de Toñito Castellanos para poderme yo mismo darme una explicación del por qué de sus sucios actos, pero no termino de concebir cómo personas de esta calaña logran meterse en medio de gente buena y convencerla de su tacha y castidad, con un discurso mojigato y mentiroso, cuando en realidad lo que buscan es ser parte también de un sistema corrupto que menoscaba el bienestar general y atenta contra la sana estructura social a la cual pertenecemos todos.

Se preguntarán quién ese tal Toñito Castellanos, en dónde vive, con quién está casado, quiénes son sus hijos, ¿será que tiene taitas?, o es un hombre salido de las cuevas del infierno. Pues la verdad es que este protagonista es un hombrecito pequeñito como criatura, como hombre o como ser humano, alguien insignificante como persona que enriquezca o aporte a la comunidad. Simplemente es un individuo de cartel, de páginas sociales, de juntas y consejos, de grupos asociativos y gremios, de dedo parado y conciencia agachada, de muchas palabras y pocos actos, que simplemente piensa una cosa, dice otra, siente otra y actúa premeditadamente.

Quiero terminar esta columna con una frase atribuida a Malcolm X que dice: “Yo tengo más respeto para un hombre que me permite conocer cuál es su posición, incluso si está equivocado; que el otro que viene como un ángel pero que resulta ser un demonio.”

Malcolm luchó para que se rompieran las cadenas del racismo, qué pasa si luchamos entre todos para que se rompan las cadenas de la corrupción, la misma que cobija por completo al aquí nombrado Toñito Castellanos el morrongo.

Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com

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