No sé si en otros países suceda lo que pasa en Colombia, pero en ocasiones vemos a personas que aún adultas, recorridas, vividas, estudiadas, exaltadas, veneradas y enaltecidas, no entienden el significado de nuestros símbolos patrios y aún confunden nuestra ave insignia “el cóndor de los andes” con un chulo gigante, entonan el himno nacional a lo Shakira, sin saber lo que dicen y pronuncian frases absurdas como “la libertad ublime”, y muchos de los que se rasgan las vestiduras ridículamente y se van lanza en ristre en contra de temas trascendentales como el proceso de paz, no tienen claro aún si son de izquierda, de centro o de derecha, porque no comprenden qué significa esto y por ello se colocan firmes en cualquier momento y escenario, siendo capaces de besar las fotos de Laureano Gómez o de Jorge Eliécer Gaitán, según la necesidad, defendiendo sus postulados a grito herido si les toca, terminando abrazado del busto de Álvaro Uribe Vélez, y poniéndole velitas a la tumba de Saúl Quintero.
Quiero compartir una interpretación de las primeras estrofas del himno nacional de nuestro país, para que le den sentido a sus palabras y sus frases y con base en esto piensen y razonen si es necesario apoyar o no la firma del proceso de paz. Yo voy a votar por SI, porque si de algo estoy seguro es que pese a lo que sea, es mejor la paz que la guerra.
Esta es una interpretación hecha por el músico colombiano Guillermo Quevedo publicada hace algunos años.
¡Oh gloria inmarcesible!, ¡Oh júbilo inmortal!, ¡En surcos de dolores el bien germina ya!
“El agricultor que suda removiendo la tierra y siembra con dolor, goza cuando ve fructificar su cosecha. Así sucedió con la Patria: gracias el heroico padecer de los próceres en luchas titánicas, hoy gozamos de bienes inapreciables a lo largo de la vida”.
¡Cesó la horrible noche!, La libertad sublime, Derrama las auroras de su invencible luz. La humanidad entera, que entre cadenas gime, comprende las palabras del que murió en la cruz
“El poeta compara los 300 años de vida colonial que Colombia vivió sometida a España con “una horrible noche”, y la libertad que alcanzó mediante la Guerra Magna de la Independencia, como la “aurora” que llena el alma de esperanza. Ve gozoso que han llegado para la patria las libertades que predicó el Divino Redentor”.
Llevamos más de medio siglo de guerra, de muertes, de desapariciones, de corrupción política amparada en la guerra y muchos vejámenes más, sometidos a una situación de permanente zozobra, que ha obligado a que hombres y mujeres se desarrollen esclavizados por el dolor y el miedo a la muerte. Es hora de poder cantar a voz llena, sin temor a ser blanco de las balas disparadas desde cualquiera de los bandos: ¡Oh gloria inmarcesible!, ¡Oh júbilo inmortal!, ¡En surcos de dolores el bien germina ya!
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Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com