El morbo político es un sentimiento muy dañino

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rene-cantillo-alvarezMe voy a estrenar como columnista y me voy a lanzar al ruedo, aun reconociendo que no soy el mejor escribiendo, pero siento la necesidad de opinar de manera formal y pues de asumir riesgos es que está labrada mi vida, y éste será un reto más que me impongo a mí mismo.

Soy asiduo lector de las columnas de Edgar Artunduaga, aunque no comparto ni comulgo con todo lo que expresa, así mismo, leo juiciosamente al señor Obispo de Neiva y sus reflexiones que tan buena enseñanza dejan, y también repaso y aprendo de la buena pluma del académico y abogado Aníbal Charry González, de quien también difiero en algunas de sus posturas, pero sus comentarios, la mayoría, son muy atinados.

A pesar de no ser político en ejercicio, me ha apasionado muchísimo estos temas y he participado activamente como coequipero en algunas campañas, de las cuales he salido más mal librado que bien librado, pues como la gente que me distingue y me ha visto trabajar lo sabe y reconoce, soy una persona que se compromete hasta más no poder, pero la respuesta a esta entrega, compromiso y sacrificio, no es siempre la que uno espera, o la justa; de igual forma, me gusta este tema y le seguiré apostando a apoyar figuras en la espera de ver una región más próspera y con mejores condiciones para todos.

Le puse el título de “El morbo político es un sentimiento muy dañino” a mi primer escrito formal, porque siempre he creído que en este tejemaneje de la politiquería se entrelazan fibras muy oscuras que permiten dejar salir hacia afuera, es decir a la opinión pública, muestras de esos clandestinos intereses de quienes gobiernan en compañía de sus funcionarios, que generan morbo en la opinión y que finalmente terminan fracturando una administración o menoscabando la imagen de un mandatario o uno de sus servidores.

De todas maneras, esta enfermedad pública que se origina por la falta de claridad de quienes administran los bienes públicos, en lugar de desaparecer, tienda más bien a crecer y a hacer metástasis, pues la marrulla, que es la bacteria que la reproduce, se propaga de manera exponencial entre estas maquinarias y es por ello que el morbo político se expande velozmente y no se disipa.

Mientras seguimos alimentando el morbo por la falta de claridad en muchas cosas, la molestia va creciendo y afectando a toda la comunidad, quien finalmente es la más sacrificada en todos estos trotes tras el padecimiento de esos males.

Por: René Cantillo Álvarez – renedcantillo1@hotmail.com

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