Cuando un año llega a su fin, es inevitable mirar atrás y reflexionar sobre los pasos dados, los retos superados y las lecciones aprendidas.
Este 2024, como cirujano de cabeza y cuello, tuve el privilegio de acompañar a pacientes en los momentos más vulnerables de sus vidas. En ese recorrido, no solo observé la resiliencia del cuerpo humano, sino también la inmensa fortaleza del espíritu.
Hoy, quiero empezar estas líneas con una palabra que nunca pierde su fuerza: gracias. Gracias a cada paciente que confió en mis manos y mi conocimiento. Ustedes, con su valentía, me recordaron que la medicina no solo es ciencia, sino un arte que requiere empatía, paciencia y humanidad.
Gracias también a mis colegas y al personal de salud que, en cada turno, demostró que el trabajo en equipo y la solidaridad son los cimientos que sostienen nuestro sistema de salud.
2024 fue un año de desafíos, de noticias difíciles, pero también de grandes avances. Nos enfrentamos a un mundo cambiante, con nuevas enfermedades, tensiones sociales y climáticas que no podemos ignorar.
Sin embargo, en medio de las adversidades, presencié actos de amor y reconciliación que inspiran. Desde una familia que encuentra consuelo en la unidad tras una pérdida, hasta comunidades que trabajan juntas para sanar heridas históricas, estos gestos me confirman que la esperanza sigue viva.
Mientras abrimos las puertas al 2025, llevo conmigo un profundo optimismo. No porque ignore las dificultades, sino porque estoy convencido de que el cambio empieza en cada uno de nosotros. Este nuevo año es una página en blanco que nos invita a escribir historias de reconciliación, perdón y transformación.
En el campo médico, esto se traduce en humanizar aún más nuestra práctica, en escuchar con atención y hablar con sinceridad. En nuestras vidas personales, significa dejar de lado los rencores que nos encadenan y construir puentes hacia quienes hemos distanciado.
La medicina me ha enseñado que el tiempo es un bien invaluable. Cada amanecer es una oportunidad de empezar de nuevo, de sanar, de conectar y de crecer. Por eso, alzamos la mirada al horizonte del 2025, no como un año más, sino como un espacio lleno de posibilidades.
Mi invitación, queridos lectores, es que este año abracemos la gratitud como un hábito. Agradezcamos por lo que tenemos, por quienes nos rodean y por el simple hecho de estar aquí. Reconozcamos nuestras cicatrices como medallas de los desafíos enfrentados y no temamos mirar al futuro con esperanza.
Sigamos cuidándonos los unos a los otros. Porque en la vida, al igual que en la medicina, el bienestar colectivo siempre será más poderoso que el esfuerzo individual.
Gracias por permitir que mis palabras encuentren un lugar en sus vidas. Les deseo un 2025 lleno de salud, alegría y propósito. Juntos, podemos hacer que este nuevo capítulo sea digno de ser contado.
Feliz Año Nuevo.
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Por: Adonis Tupac Ramírez Cuéllar – adonistupac@gmail.com
X: @saludempatica