Un año después de que el FBI lograra desbloquear el iPhone de uno de los terroristas que provocó la masacre de San Bernardino, en California, -el peor atentado que sufrió Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001- el ataque en Londres vuelve a poner en foco a la polémica por la seguridad digital.
En diciembre de 2015 Syed Rizwan Farook, de 28 años, norteamericano de origen paquistaní, y Tashfeen Malik, de 27, abrieron fuego en una fiesta de Navidad en el centro para discapacitados de San Bernardino y dejaron 14 muertos. El matrimonio simpatizaba con el Estado Islámico.
Lo que siguió fue una disputa judicial entre el Apple y el gobierno estadounidense y el FBI, que exigían a la compañía poder acceder a los datos del teléfono del atacante para obtener información que ayudara en la investigación.
Sin embargo, la empresa nunca colaboró y hasta recibió el apoyo de más de 40 empresas del sector tecnológico, como Facebook, Mozilla, Google, Microsoft, Amazon, Ebay y Intel, y de la Organización de las Naciones Unidas, que consideró que la demanda del FBI podía llegar a perjudicar los derechos humanos de millones de personas.
En ese entonces, el responsable de derechos humanos de la ONU, Zeid Ra’ad Al Husein, sostuvo que “hay muchas formas de investigar si los responsables tenían cómplices, en vez de forzar a Apple a crear programas informáticos para minar los elementos de seguridad de sus propios teléfonos».
Por su parte, Tim Cook, el sucesor de Steve Jobs, afirmó que acceder a la petición del FBI socavaría el cifrado de información y crearía “una puerta trasera” que permitiría piratear el resto de los iphones.
Finalmente, a fines de marzo de 2016 el FBI logró acceder al teléfono sin la ayuda de Apple.
Algo parecido sucede por estos días en Londres, donde la ministro del Interior intimó a WhatsApp y otros servicios de mensajería encriptados a hacer sus plataformas accesibles para los servicios de inteligencia, desde que se conoció que el autor del atentado en Westminster envió un mensaje minutos antes de llevar a cabo el ataque que dejó cuatro muertos y unos 40 heridos.
La primera ministro resaltó, entre otras cuestiones, que es “totalmente inaceptable” que las comunicaciones entre sospechosos de actos terroristas sean inaccesibles para los servicios de inteligencia por estar cifrados. “Debemos asegurarnos que organizaciones como WhatsApp no provean un lugar secreto en el que los terroristas puedan comunicarse”, explicó.
Aunque un vocero dijo a la BBC que la compañía estaba cooperando con la investigación, la policía dijo que ordenará a sus expertos en seguridad informática que intenten acceder al mensaje.
El objetivo es conocer el perfil psicológico de Khalid Massood, responsable del ataque, así como si contó con el apoyo de cómplices.