“Las palabras se las lleva el viento”. Este es un dicho muy popular entre nosotros que nos ha llevado a subestimar el poder que las palabras y los pensamientos tienen sobre nuestra calidad de vida. Al minimizar la importancia de nuestros pensamientos, aquellos que nadie ve y que en muchas ocasiones pasamos por alto, estamos afectando el tipo de decisiones y acciones que tomamos.
El japones Masaru Emoto, amado por muchos y criticado por otros, afirmó en su libro “Los Mensajes del Agua” (1994), que las palabras y pensamientos podrían afectar la estructura molecular del agua. Sus estudios analizaron el cambio que las moléculas de agua experimentaban al ser expuestas a ciertos estímulos como sonidos, palabras y ambientes mientras eran congeladas.
A través de videos y fotografías evidenció que aquellas moléculas que fueron expuestas a palabras como “amor”, “alma” o “gracias” tomaron formas bellas y armoniosas, mientras que aquellas que fueron expuestas a palabras agresivas, violentas e insultantes perdieron su armonía, se hicieron deformes y sin estética. Según Emoto, el agua tiene memoria, registra las vibraciones a las que se expone y actúa como un semiconductor.
Sus estudios y conclusiones parecieran ser de ciencia ficción y han sido cuestionados duramente, pero si recordamos que el cuerpo humano está compuesto aproximadamente por 80% de agua, imaginémonos cuanto poder tus pensamientos y palabras pueden tener sobre tu cuerpo. La teoría Masaru Emoto ha llevado a algunos a preguntarse si sus pensamientos pueden ser el origen de muchas enfermedades.
Si tomamos como ejemplo a la ansiedad generalizada y la depresión que gran parte de la población empezó a experimentar fruto de la pandemia, el desempleo y el hambre, encontramos que estas son causadas por preocupaciones y estrés excesivos, es decir, por pensamientos, haciendo que las conclusiones de Emoto no parecieran ser descabelladas.
Pero las conclusiones de Emoto a la verdad no son nada nuevas. Aquel que conoce a perfección cómo funciona nuestro cuerpo y como este puede regenerarse, ya había dejado escrito la importancia que nuestros pensamientos tienen en sobre nuestra vida. A través del apóstol Pablo Dios es su manual de instrucciones no aconsejó hace cerca de 2000 años atrás:
“En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso.” Filipenses 4:8. PDT. Creo firmemente que si queremos experimentar una vida abundante debemos volver al original, al manual de instrucciones que el inventor de esta vida nos dejó.
—
Por: Johann Andrés Cuéllar
Abogado de Inmigración en los Estados Unidos
johann@abogadocuellar.com