Por: M.D Alfredo Vargas Ortíz[1]
‘Soy un ministro peligroso’. En un país donde la adrenalina fluye a torrentes por las calles y las mafias del narcotráfico comienzan a marcar su territorio con sangre y fuego, más que sonar a un grito de guerra o insensatez, decir en Colombia que un hombre es peligroso es lo más próximo a decir que es un hombre honesto (…) El narcotráfico nos ha corrompido, el contrabando nos ha corrompido, la compra y venta de las influencias nos han corrompido, la mordida nos ha corrompido, el afán del dinero fácil nos ha corrompido, el alquiler del voto nos ha corrompido. Estamos presenciando el crecimiento de una generación sin fronteras morales, sin valores ni principios éticos. Esto es lo que combate el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla. Con meridiana claridad”.
En el presente documento presentaré algunos argumentos para dignificar el importante e histórico papel que nuestro coterráneo Rodrigo Lara Bonilla, significó y significa para nuestro país. A si las cosas, pretendo presentar, en primer lugar a Rodrigo Lara Bonilla, como un verdadero pionero de la Lucha contra la corrupción.
Posteriormente, describiré como después de más de tres lustros de la fatal fecha que separa la historia de nuestro departamento y país, el tema de la corrupción toma dimensiones internacionales y nacionales lo que permite materializar la preocupación que Lara Bonilla, tuvo en su vida política y en la participación en el Ministerio de Justicia. Por último, realizaré varias propuestas que considero pueden servir de instrumento para continuar en la campaña moralizadora que en su momento iniciara Rodrigo Lara.
Rodrigo Lara Bonilla un hombre que con dignidad cambió el paradigma de la lucha contra el narcotráfico y la corrupción
El fenómeno de la corrupción no es nuevo y coetáneo a la existencia de Lara Bonilla, en 1824, nuestro libertador Simón Bolívar, siendo presidente del Perú, señaló que una de las principales causas de los desastres en que se ha visto envuelta la República, ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos, por algunos funcionarios que han intervenido en ellos, y que el único medio para extirpar radicalmente este desorden, es dictar medidas fuertes y extraordinarias, señalando como remedio para este asunto la pena capital[2].
Los años 80s, de nuestro país, no fueron distintos a la época de la independencia frente a los casos de corrupción administrativa, la captura del Estado por parte de los grupos narcotraficantes suponían una presencia de las mafias en todas las esferas del Estado, los crecientes grupos insurgentes por su parte libraban como ahora, una lucha frontal contra el Estado, que se vio menguada con la propuesta de paz del presidente Belisario Betancur, coetáneo a esta situación se crea grupos de paramilitares que se encargaran de la lucha contra insurgente y que bañaran en sangre todo el territorio nacional.
Es en este contexto, en el que Rodrigo Lara Bonilla, el 4 de agosto de 1983, asume por encargo del Presidente Betancur, la dignidad de Ministro de Justicia, el paradigma imperante era “un ambiente de contemporización con las mañas de los mafiosos, no se había caído en la cuenta de los estragos que la drogadicción estaba causando en el país, inclusive había quienes propugnaran la legalización del cultivo y comercio de marihuana. Fue preciso que este visionario diera la voz de alarma y convocara al país a una lucha frontal, para que éste despertara y viera el abismo. Así la actitud procera de Rodrigo Lara parte la historia de la drogadicción: antes la inconsciencia y la contemporización, y después la lucha sin cuartel[3].
De esta forma, tal como lo señala Joel Arthur Barker, en su texto sobre Paradigmas, hay que reconocer que las sociedades actúan de conformidad con los paradigmas que las regulan, entendidos estos como modelos, patrones o ejemplos utilizados para resolver los problemas “Un paradigma es un conjunto de reglas y disposiciones (escritas o no) que hace dos cosas: 1) establece o define límites e 2) indica cómo comportarse dentro de los límites para tener éxito o no.[4]”
Basado en este escritor futurista quiero presentar un análisis de lo que en mi saber, Rodrigo Lara Bonilla, nuestro ilustre huilense, significó y debe significar para la época en la que nos encontramos. Básicamente, lo que pretendo argumentar es que el inmolado Ministro de Justicia, fue un pionero de paradigmas, cumplió con todas las características para ser considerado un líder que merece un espacio significativo en la memoria de nuestra patria, Lara Bonilla, tenía intuición, pues supo interpretar el momento en el que se encontraba; diagnosticó con profundidad el cáncer del narcotráfico que había penetrado las esferas del poder público y a la sociedad en general, y lo ligó con la relación directa e inescindible de un fenómeno que por des fortuna nos acompaña hasta hoy: la corrupción.
Como pionero, se atrevió a recorrer el difícil camino de implementar las nuevas reglas que deberían seguirse para enfrentar al narcotráfico, su intuición lo llevó a desarrollar la habilidad para tomar decisiones correctas con datos insuficientes. Apeló a la dignificación o moralización de la sociedad, a partir de lo que se llama la sanción social o moral, frente a situaciones en las que dado el poder corruptor del narcotráfico era difícil de comprobar, lo evidente, los nexos del narcotráfico y Jairo Ortega Ramírez, cuyo suplente en la Cámara era Pablo Escobar Gaviria, entre otros “reconocidos”, inmorales y oscuros personajes que posteriormente se encargaran de orquestar el magnicidio.
Así, este huilense, haciendo honor a nuestra raza, luchadora y bravía de la Cacica Gaitana, cautivado por principios como la dignidad que desde luego hoy tienen éxito donde otros han fallado, arriesgó su reputación, su posición, incluso, su propia vida. Pues tuvo el coraje y el valor para hacer lo que había que hacer y quienes lo conocieron pueden dar fe de dicha característica de su personalidad. Este magnífico personaje tuvo agallas; porque además de intuitivo, como pionero, fue valiente ante la inmensidad del reto de enfrentarse a un mal social arraigado en nuestros usos y costumbres.
No faltaron quienes dudaron de lo imposible de su empresa, pues el pionero siempre estará rodeado de incapaces que se atreven a gritar con miedo “eso es imposible”.
Rodrigo Lara Bonilla, planteó que la corrupción no “tuvo su origen exclusivamente en el subsistema político, sino que por el contrario fácilmente encontró lugar propicio en el sistema social en donde lo importante es lo aparente, el poder o el dinero, cualquiera que sea su origen”.
Igualmente, señaló que “indudablemente así como la violencia que genera el Estado es un multiplicador de la violencia social, algo semejante ocurre con quienes actúan dentro del Estado y sin respeto por elementales normas convierten esas posiciones de confianza, en medio para enriquecerse o para imponer determinadas conductas políticas”.
Señaló nuestro inmolado Ministro que “La actividad política y los partidos se redujo al clientelismo, definido por algún autor norteamericano como “relación de servicio entre partes desiguales”. Sí, entre partes desiguales. Alguien que prevalidó de su influencia en el poder o del dinero, podía dar a otro, miserable o no, lo que el Estado le debe y éste necesita, pero que no lo entrega voluntariamente, sino a través de intermediarios que le imponen conductas políticas. No hay empleo del Estado, ni becas, ni carreteras, ni electrificación, ni acueducto, ni servicio asistencial, si quien lo necesita no se compromete a votar o a actuar políticamente de la manera como le indique, quien abusivamente se apoderó de la administración directamente o por interpuesta persona[5].
Este pensamiento fue ratificado en el Discurso Fúnebre, el presidente Belisario Betancur Cuartas, quien señaló “Desde el momento en que asumió la cartera de justicia comprendió que toda siembra era baldía, sino se aplicaba sobre un terreno sano; que nada sería duradero y eficaz, si no se extirpaban los malignos tumores de la inseguridad, la violencia y el narcotráfico, que minan más que el cuerpo, el alma de la sociedad; que todo resultaría levantado en la arena, si antes no se echaban los cimientos morales, si no se cerraban el paso al crimen y al enriquecimiento ilícito, a la violencia y a la defraudación[6].
De esta forma, Rodrigo Lara, siguió muy cerca las huellas de Cristo en su lucha contra la inmoralidad y como él fue muerto por hacer el bien. (…) las juventudes cuando miren la efigie de Rodrigo Lara Bonilla, van a sentir el antídoto contra el veneno que corroe la Patria en todas las formas de la delincuencia, pero especialmente con el crimen más abominable, el del narcotráfico[7].
Contexto internacional sobre la lucha contra la corrupción
La lucha contra la corrupción ha tomado connotaciones de carácter internacional, de esto dan cuenta la Convención Interamericana contra la Corrupción – CICC- de la Organización de los Estados Americanos, firmada en Caracas, Venezuela, el 29 de marzo de 1996. En Colombia está presente como la Ley 412 de 1997. La Convención Interamericana Contra la Corrupción (CICC) es el primer instrumento jurídico internacional dedicado a la lucha contra la corrupción[8].
Además del conjunto de medidas preventivas, de penalización y cooperación mutua entre los Estados miembro, contempla un Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana contra la Corrupción (MESICIC).
De otra parte existe, la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción – UNCAC-Firmada en Mérida, México en diciembre de 2003. Este es un acuerdo más amplio que existe a nivel internacional en materia de lucha contra la corrupción con 148 Estados parte que lo han ratificado.
Compromete a sus Estados Parte a adoptar medidas de diversa vinculación legal en sus ordenamientos jurídicos y políticas públicas, con el objetivo de desarrollar los mecanismos necesarios para prevenir, detectar, sancionar y erradicar la corrupción; así como promover, facilitar y regular la cooperación entre los Estados.
Establece duras medidas contra corrupción en el sector privado: Invita al sector privado a autoregularse, determina la repatriación de botines y plantea la extradición de los corruptos[9].
Corrupción política en cifras a nivel Internacional
Según revela el Barómetro Global de la Corrupción 2006 de Transparencia Internacional, los ciudadanos perciben a los partidos y movimientos políticos como las instituciones más afectadas por la corrupción en el mundo, seguidas de los parlamentos. Por su parte, la Encuesta sobre Democracia y Gobernabilidad LAPOP 2006 revela que, aunque los partidos y movimientos políticos se encuentran dentro de las instituciones más desprestigiadas del país, su nivel de confianza está por encima del promedio de los demás países de América Latina medidos por LAPOP[10].
El sector empresarial también percibe los efectos de la corrupción política. Una investigación del Foro Económico Mundial muestra que el soborno, de acuerdo con los empresarios, figura entre los medios habituales para incidir en la política en alrededor del 20% de los países analizados, y que las contribuciones políticas ilegales son una práctica común en casi la mitad de los países considerados. El informe también evalúa varios mecanismos que pueden disminuir la corrupción en la política que van desde la acción ciudadana, hasta la creación de nuevas normas y criterios internacionales, como los Estándares de Transparency International para el Financiamiento Político[11].
El Barómetro Mundial de la Corrupción realizado por Transparencia Internacional, para el año 2009, ubica a nuestro país en el puesto 74 entre 189 países, objeto de evaluación. Calificación que demuestra que es necesario reformular y fortalecer la política anticorrupción en Colombia y que debemos focalizar medidas en sectores específicos para que la política diseñada e implementada logre ser eficaz en la lucha contra la corrupción.
Recientemente, en Colombia se aprobó la Ley 1474 de 2011, denominado Estatuto Anticorrupción por la cual se dictan normas orientadas a fortalecer los mecanismos de prevención, investigación y sanción de actos de corrupción y la efectividad del control de la gestión pública.
Esta norma prevé medidas administrativas para luchar contra la corrupción en el sector salud, se toman medidas penales en la lucha contra la corrupción pública y privada, medidas disciplinarias, disposiciones para prevenir y combatir la corrupción en la contratación pública y prevé la creación de organismos especiales para la lucha contra la corrupción como la Comisión para la Moralización y la Comisión Nacional Ciudadana, las cuales tienen su antecedente en la Ley 190 de 1995, pero que exigen ser revigorizadas bajo el entendido de que una efectiva lucha contra la corrupción solo es posible si es una política de Estado con una activa participación de la sociedad.
Igualmente, se definen políticas institucionales y pedagógicas y se adoptan una serie de medidas cuya finalidad es lograr una gestión pública más eficiente bajo el entendido de que solo con una administración pública moderna y con control social es posible enfrentar la corrupción y establecer disposiciones pedagógicas para generar en el país una cultura permanente de la legalidad en todos los ámbitos de las sociedad: Contempla igualmente medidas para mejorar la eficiencia y la eficacia en el Control Fiscal en la lucha contra la corrupción.
Vale la pena definir ¿Qué es la corrupción? Transparencia Internacional define la corrupción como el mal uso del poder encomendado para obtener beneficios privados. Esta definición incluye tres elementos: El mal uso del poder, Un poder encomendado, es decir, puede estar en el sector público o privado, un beneficio privado, que no necesariamente se limita a beneficios personales para quien hace mal uso del poder, sino que puede incluir a miembros de su familia o amigos.
De manera similar, para Transparencia por Colombia la corrupción se define como el “abuso de posiciones de poder o de confianza, para beneficio particular en detrimento del interés colectivo, realizado a través de ofrecer o solicitar, entregar o recibir, bienes en dinero o en especie, en servicios o beneficios, a cambio de acciones, decisiones u omisiones”.
La violencia, narcotráfico y grupos armados ilegales en Colombia, han presionado una mutación mucho más peligrosa de la corrupción: la captura del Estado. Entendida como: “la capacidad de grupos de interés para influir a través de prácticas corruptas en los procesos de decisión política en los ambientes ejecutivos, legislativos y regulatorios”.
Este fenómeno transciende la influencia ilegítima de intereses privados sobre las decisiones estatales para centrarse en la búsqueda del dominio de amplias esferas del poder, para tomarlo como propio y servirse de él, de sus recursos y posibilidades con el objetivo de conseguir sus propios fines. Representa un sistema de delincuencia organizada que emprende acciones sistemáticas de despojamiento violento de lo público en las esferas de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y que por ende impregna el conjunto de la sociedad[12].
Todas estas situaciones ya habían sido previstas por Lara Bonilla cuando señalaba “Cuánto daño se le ha causado a Colombia con la impunidad, cuánto daño se le causa a nuestra sociedad con esos negociados que se hacen permanentemente con los cargos públicos, con esos capitales que surgen de la noche a la mañana por un paso de un momento a otro por un ministerio, por una gobernación por un instituto descentralizado, sin que el pueblo colombiano sepa cómo se ha sancionado a los responsable de esos negociados, al tal grado ha llegado ya esa seguridad de la impunidad que existe en Colombia del resquebrajamiento moral de la sociedad que quienes pasan por la administración y hacen cuantiosas fortunas no tienen problema en aparecer invirtiéndolos al otro día que abandonan los cargos públicos, y así hay muchos colegas nuestros, y así hay muchos diputados y concejales en el país, y así hay muchas personas que han pasado por la administración eso le quita seriedad al sistema, eso le quita consistencia a la sociedad colombiana, eso acaba, deteriora nuestra democracia esa impunidad, eso que vemos todos los días que nos irrita a nosotros, con mayor razón le debe irritar a los humildes que no tienen asistencia pública y que ven morir a sus hijos en la puertas de los hospitales”[13]
Para ello, Rodrigo Lara Bonilla, convocó a la solidaridad nacional como instrumento más eficaz en la lucha contra los fabulosos capitales provenientes del narcotráfico[14]. Anunció que aplicaría el Tratado de Extradición con EE.UU y que el Gobierno acatará el concepto de la Corte Suprema de Justicia, así como la aplicación del tratado complementario de extradición con el que se facilitaría el intercambio de pruebas y asistencia técnica entre los dos países.
En su frontal lucha contra la corrupción, solicitó al Procurador General de la Nación, investigar la actuación de 14 jueces de instrucción criminal y penales del circuito, de diferentes ciudades del país, entorno a otros tantos procesos por narcotráfico que fueron conocidos por ellos y en los cuales la mayor parte de los sindicados quedó en libertad. Situación muy similar a la acontecida con nuestro padre de la patria Simón Bolívar, cuando decreta la pena capital para los jueces que no investigaban a los dilapidadores de lo público.
Para el año de 1983 denunció que ha faltado interés de los organismos de seguridad del Estado para capturar a las 25 personas solicitadas en extradición por el Gobierno de los EE.UU. y que hay un fenómeno de corrupción, porque estos individuos se dedicaron a crearse un marco de protección, conquistando a algunos miembros del servicio secreto. En noviembre 27 de 1983 señala que es necesario la justicia moral a falta de prueba contra los narcotraficantes.
Algunas Propuestas para seguir el legado de Rodrigo Lara Bonilla
- Rodrigo Lara Bonilla fue bastante visionario entorno a plantear la necesidad de convocar la solidaridad ciudadana en la lucha contra la corrupción, en su momento la generada por el narcotráfico y como hoy presente en todas las esferas del Estado.
- Es necesario además de apelar a los procesos judiciales, administrativos y disciplinarios, hacer de la sanción social, un mecanismo para castigar a los corruptos que usufructúan el erario público.
- Gran parte del problema de la corrupción tiene que ver con la formación cívica y ciudadana, tanto de los líderes políticos como de sus electores, no es posible continuar con dinámicas partidistas ausentes de propuestas programáticas que dignifique y hagan que se superen los problemas sociales relevantes, educación, salud, empleo, vivienda digna, deben ser las banderas de los ejecutivos y las corporaciones públicas.
- Dignificar el nombre de Rodrigo Lara Bonilla, implica seguir una lucha frontal contra los corruptos, y no refrendar su continuidad en el ejercicio de del poder público, tal como lo diría nuestro líder “Estoy resuelto a librar por la justicia todas la batallas que me exija esta lucha, pero debo confesar con humildad, que nada podría hacer, si no cuento, entre otras cosas con la lealtad, la mística y el trabajo inteligente de mis colaboradores”.
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Por: Alfredo Vargas Ortíz – @Alfredovargaso
Secretario de Gobierno de Alcaldía de Neiva
[1] Abogado Universidad Surcolombiana, Magister en Derecho Universidad Nacional de Colombia y Doctorando en Derecho de la misma Universidad, Director del Grupo de Investigación Derecho Internacional y Paz, Iuris et Pacem, Coordinador de Proyección Social y del Programa de Internacionalización de la Facultad de Derecho de la Universidad Surcolombiana. Docente de tiempo completo. Secretario de Gobierno de Neiva.
[2] BOLIVAR Y LA CORRUCION ADMINISTRATIVA. En Huila, órgano de la academia huilense de historia. Volumen VII. No. 33, Junio- Agosto de 1985. Pág. 25.
[3] TRUJILLO POLANCO, Rómulo. En el aniversario de la muerte de Rodrigo Lara Bonilla. En Huila, órgano de la academia huilense de historia. Volumen VII. No.33. Junio- Agosto de 1985. Pág.34-36.
[4] Arthur Barker, Joel. PARADIGMAS. El negocio de descubrir el futuro. Ed. MacGraw-Hill. Bogotá. 2000. 258 p.
[5] LARA BONILLA, Rodrigo. Editorial del Diario Tribuna del Sur. No. 19, Neiva, Diciembre de 1982. En Huila, órgano de la academia huilense de historia. Volumen VII. No. 31, Junio- Septiembre de 1984. Pág. 18-19.
[6] BETANCUR, Belisario. Discurso del Presidentes de la República pronunciado en la Catedral de la Inmaculada en la exequias del Ministro Huilense. En Huila, órgano de la academia huilense de historia. Volumen VII. No. 31, Junio- Septiembre de 1984. Pág. 7.
[7] SARMIENTO PERALTA, Rafael. Obispo de la Diócesis de Neiva, en la celebración Eucarística con motivo de las exequias del Doctor RODRIGO LARA BONILLA. Neiva, mayo 2 de 1984. En Huila, órgano de la academia huilense de historia. Volumen VII. No. 31 Junio- Septiembre de 1984. Pág. 14-17.
[8] TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. ABC de las convenciones internacionales anticorrupción. Disponible en web: http://transparenciacolombia.org.co/informeanual2010/15_04_03_especial_AABB_estado_01.html
[9] TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. ABC de las convenciones internacionales anticorrupción. Disponible en web: http://transparenciacolombia.org.co/informeanual2010/15_04_03_especial_AABB_estado_01.html
[10] TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Disponible en web:http://www.transparenciacolombia.org.co/LACORRUPCION/Quees/tabid/112/language/es-ES/Default.aspx.
[11] TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Disponible en web:http://www.transparenciacolombia.org.co/LACORRUPCION/Quees/tabid/112/language/es-ES/Default.aspx.
[12]TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Disponible en web:http://www.transparenciacolombia.org.co/LACORRUPCION/Quees/tabid/112/language/es-ES/Default.aspx.
[13] TRANSPARENCIA POR COLOMBIA. Disponible en web: http://www.youtube.com/watch?v=7f5OUFaGo-U.
[14] MINISTERIO DE JUSTICIA. Dr. Rodrigo Lara Bonilla. Memoria al Congreso. 1983-1984. Pág.99-144.