Regreso a la presencialidad es una necesidad

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Terminé mi carrera de pregrado como ingeniero civil en medio de la tal alternancia y la virtualidad, en unos semestres en los que se comparte con los compañeros y docentes, siendo esta época tan anhelada por uno como estudiante, de eso pueden dar fe quienes han recorrido los corredores de un claustro universitario, desde primíparos hasta graduados.

No nos digamos mentiras, pero los muchachos, casi en su totalidad, cuando terminan el bachillerato y emigran hacia la universidad, quieren comenzar a vivir una nueva vida, a salir con amigos, a tener más libertades, a vivir nuevas experiencias y a sentirse más grandes, en medio de un ambiente juvenil que integre lo académico con la interacción social, sobre todo lo segundo. Seamos francos.

La señora pandemia llegó para afectar negativamente esta época, obviamente, apareció para convertirse en parte de la experiencia, algo que contaremos a nuestros hijos y nietos, si es que llegamos a tenerlos, eso aún no está en los planes. Y así se dieron los últimos semestres, viendo a los profesores a través de la pantalla del computador, algunos con la cámara apagada, mostrando una presentación elaborada en PowerPoint, con unas diapositivas que hablaban y viendo el avatar de los compañeros. Algunos dormían, otros ponían atención.

Yo ya completé mi ciclo de pregrado y las cosas se dieron como se dieron, seis semestres presenciales, tres virtuales y uno en alternancia. Francamente me hicieron mucha falta mis compañeros y profesores, aunque había unos medio complicados, pero aun así los extrañé bastante. Hubiera querido compartir con ellos todos esos espacios tan enriquecedores para uno como ser humano, cumpliendo así el sueño universitario.

Ahora están en el debate de si se regresa a clases o se continúa con la virtualidad y francamente no me parece justo con los estudiantes, pues los sitios nocturnos y el comercio en general están funcionando sin control, con aforos superiores a los registrados en épocas en que no había brotado el coronavirus; se rumbea, se consume licor y se comparte sin límite, pero ir a las instituciones educativas si se considera peligroso; me parece gracioso ese asunto.

Tengo un hermano al que considero mi mejor amigo, mi compañero de juegos, deporte, rumba y vida en general y él aún está en la “U”, a él en ocasiones lo veo sentado frente al computador, en las mismas condiciones en que estuve yo, con una pereza brutal, tratando de conectarse con alguien que está allá al otro lado hablándole también a una pantalla, en unas clases de hasta tres y cuatro horas en las que la interacción entre todos los presentes en el ambiente virtual es mínima, por no decir que nula.

Sinceramente a mí sí me gustaría que él fuera a las aulas de clase, obviamente cuidándose, pero que tuviera la oportunidad de retomar la presencialidad para que viva plenamente su vida universitaria, disfrute de las actividades que se programan allá, interactúe con sus maestros, comparta con sus compañeros y viva esa experiencia tan inolvidable.

Señores del gobierno, tanto nacional como departamental y local, no aplacen más el regreso a clases, permitan que todos los estudiantes regreses a sus aulas, hagan que las directivas de las instituciones educativas y profesores exijan las medidas de autoprotección, las cumplan y las hagan cumplir. Permitan que el país se desarrolle sin talanqueras, de manera integral, pues no considero justo que haya bares y discotecas llenos y los salones de clases estén vacíos.

Por: Andrés Felipe Cabrera Sánchez

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