Desde la Constitución Política de 1991, se abrió el paso para la participación política de las comunidades indígenas y afrodescendientes, a la creación de circunscripciones electorales especiales, con el fin de garantizar la representación parlamentaria de estas poblaciones en la conformación del Congreso de la República, que reflejen el aspecto multiétnico y multicultural en el país.
No es novedad mencionar las diferentes problemáticas que desde siempre ha enfrentado, en este caso, la comunidad afrocolombiana, como el racismo, la desigualdad, y su escaso reconocimiento y valoración social dentro de la identidad nacional, siendo esta última un aspecto preocupante y además curioso si de autorreconocimiento de sí mismo como afro, se trata.
Y es que, a la baja participación y representación de la población afro en espacios políticos e institucionales de decisión, se suma, de manera sorprendente, la participación de candidatos, que, a pesar de pertenecer a la comunidad afro, ser claramente descendiente de negros africanos, que luego de lograr una curul en el Congreso de la República, no identifique las problemáticas, necesidades y derechos especiales correspondientes a la comunidad étnica de la que es parte.
Claro ejemplo de lo anterior, se evidenció en el marco de las resientes elecciones parlamentarias del pasado 13 de marzo, históricas a propósito, donde una precandidata afro, lideresa social y ambiental, logró ser figura mediática en la campaña presidencial, con una votación trascendental; pero con la elección por otro lado, de un Representante a la Cámara, como Miguel Polo Polo, también afro, que defiende ideas de un gobierno para muchos, “mandado a recoger”, y que apoyado por influencias y amistades como Maria Fernanda Cabal, parece conocer muy poco lo que significa su curul afro en el Congreso.
Finalmente, cabe mencionar que la Ley 70 de 1993- hito nacional y regional del reconocimiento afroamericano y sus derechos colectivos sobre tierras y conocimientos ancestrales señala que su comunidad es: un conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana que posee una cultura propia, comparte una historia, y que tiene sus propias tradiciones y costumbres dentro de la relación campo-poblado, que revela y conserva conciencia de identidad que la distingue de otros grupos étnicos.
Entonces, ¿no es acaso esto lo que debería defender un Representante en el Congreso de la República, que por el solo hecho de ser afro, reconozca las necesidades propias de su comunidad, se reconozca a sí mismo y llegue a tal escaño para luchar por lo que le corresponde cultural y moralmente?