Este 2021 nos deja grandes lecciones en materia turística, pero a su vez una gran expectativa por lo que viene para el 2022. La resiliencia de los empresarios, ante tanta adversidad, es una de las principales. Hoy podemos decir que nuestros empresarios del sector turístico, están preparados para afrontar los más grandes retos que les depare el futuro.
Y es que a la fuerza nos tocó aprender de las dificultades, vicisitudes y riesgos que se presentan en una industria, que como la turística, depende tanto de los cambios y afectaciones del entorno.
Este año los empresarios aprendieron a reinventarse, a tomar riesgos, a ser competitivos, diferenciales y estratégicos, y a superar los más grandes obstáculos, instrucciones que solo se aprenden en la universidad de la vida y de la cual hoy se gradúan con honores. Las empresas demostraron su gran capacidad de sostenibilidad, y reconocieron en sus clientes tradicionales, esos del común, sus vecinos y amigos, a los grandes aliados en los momentos de dificultad.
De igual forma el 2021 deja cambios importantes en la percepción de lo que es “hacer turismo”. Las aglomeraciones de los grandes destinos turísticos, los grandes y tediosos desplazamientos, y la interacción con personas desconocidas, pasan a un segundo plano; pero en cambio se puso de moda, recorrer destinos pequeños y poco visitados de nuestras regiones, pero igualmente hermosos y con importantes atractivos; los viajes por tierra a lugares cercanos, prefiriendo estos recorridos por seguridad y economía, pero además por la posibilidad de descubrir las maravillas del camino; y finalmente la interacción familiar y con personas cercanas, fue la tendencia seleccionada para mitigar cualquier riesgo.
Se logró entonces, que comprendiéramos que podemos hacer turismo, a la vuelta de la esquina, volviendo atractivo lo común e integrándonos más con nuestros seres queridos.
Aprendimos que la industria turística, tiene entonces dos niveles equiparables a otros tipos de industrias, por un lado, las grandes operaciones “industriales”, que involucran destinos de mayor trayectoria, costos y riesgos (Para la época actual), pero también están los destinos “artesanales” o de “manufactura”, en los cuales catalogaríamos esos pequeños destinos, cercanos a nuestro lugar de residencia, y que tal vez por cosas del mismo “destino” pero en su significado homógrafo, desconocíamos que existían.
El 2022, viene cargado de expectativas, por un lado, la posibilidad de restablecer esta importante actividad, tal y como se desarrollaba “antes de”, gracias a la inmunidad de rebaño que se está logrando alcanzar en casi en todo el mundo, pero por otro lado el riesgo de que se presenten nuevas variantes de esta temible pandemia, que nos obliguen nuevamente a frenar la reactivación que se viene presentando.
Cualquiera que sea la situación, la vida nos enseñó, que debemos agradecer por lo que tenemos, sea poco o mucho, y que el disfrute y goce que nos puede brindar una actividad como la turística, no depende únicamente del destino elegido, sino que también depende de nuestra capacidad de convertir algo común y cotidiano, en al algo mágico y majestuoso.
Feliz y próspero 2022.
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Por: Hugo Andrés Rivera Collazos
Administrador de Empresas – Universidad Surcolombiana
Especialista en Planificación de Destinos Turísticos – Universitat Oberta de Catalunya
Correo: hrivera.consultores@gmail.com – Twitter: @hugoandres1975