Lo que nunca vimos en ningún presidente

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El solo hecho de ser un presidente que defienda con verraquera y con la Constitución Nacional en la mano, las reformas que nadie niega necesita el pueblo, lo pone en un nivel jamás visto en la historia colombiana.

Lo que era tradición en Colombia, es que cada mezquino mandatario que llegaba al Palacio de Nariño, se montaba en el trono a defender a los grupos económicos, a narcos, a corruptos de profesión, y todos ellos, generalmente financiadores de sus campañas. Mediante sus odiosas y malévolas decisiones administrativas, y con Congreso comprado, estos presidentes, ahondaron la desigualdad, la pobreza y con ello, la violencia social.

Lo que Uribe hizo, fue acallar esa violencia con mayor violencia, con un presupuesto público abultado y destinado a una falsa seguridad democrática con todas las consecuencias que ya conocemos, la peor de ellas, la de los falsos positivos, desde donde se vendió un falso triunfo contra las guerrillas, mientras todos los bandos traqueteaban, dividiéndose las regiones del país, y comiendo callados. Eso sí, matándose entre ellos mismos, cuando un lado se metía con el negocio del otro. Pero todos, financiados por el oro blanco que se reprodujo con miles de fachadas.

Lo que hace hoy Petro, es lo contrario. Combatir el narcotráfico, una economía ilícita que tiene invadido al país y alimenta por igual a todos los grupos irregulares de todas las «ideologías» con nexos políticos, comerciales y sociales. Y la respuesta, ¿pues cuál va a ser?, la violencia, en retaliación a una tarea bien hecha pero que todavía falta mucho.

Venimos de presidentes puestos por narcos y grandes corruptos, y tambien financiadas sus campañas por grupos económicos, que no sabemos si se conocen entre ellos, pues son socios en la elección presidencial; pero al final, todos igual de detestables en los fines sociales.

Tapaban la violencia social con el miedo a una fuerza pública que como tuvo su génesis en la decadencia política, también se contaminó y no sólo por el narcotráfico, sino con operaciones militares en defensa de los ricos, volviendo sus fusiles contra los pobres que hacían sus justos reclamos en las calles.

Hasta que una reforma como la del desvergonzado exministro Carrasquilla, tocó fondo en el más idiota de los gobiernos del bolsillo uribista, (el de Duque), y entonces el miedo ya no fue más, y la violencia se tornó más dura. La protesta social violentada, más dispuesta a todo, sentó las bases de una nueva ruta de Gobierno, la de un mandato del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, dando como resultado Petro Presidente.

A pesar de los escándalos y desaciertos en el Gobierno de Petro, el presidente ha sabido distanciarse y revelar su preocupación por los determinadores de tan ruines actos, algo que tampoco habíamos visto en el pasado, pues era común ver a un Duque defendiendo a capa y espada a una Abudinen, o peor aún, vimos a Uribe decir que los suyos eran buenos muchachos «perseguidos» por la justicia. Aún lo dice, creo.

Hoy vemos otra vez a Petro convocando al pueblo, mostrándonos a todos que vino al poder, no a vacilar a sus votantes, sino a cumplirles lo que prometió en su programa de gobierno. Algo que tampoco era común en sus antecesores, quienes se inventaban toda clase de artilugios y jugaditas, para no cumplir sus propias promesas.

Como este país está tan históricamente enseñado a elegir y reelegir los males con diversos discursos y engaños, con caras nuevas pero la corrupción intacta, incluso recrudecida, pues adivinen qué actor es hoy el mayor develado en esa ecuación maligna para ayudar a poner presidentes: si señor, los medios de comunicación, poco o nunca cuestionados por los anteriores gobiernos, pues sus ricos dueños eran socios de los presidentes de turno, y sus periodistas trabajadores de sus intereses.

Ver a Vicky Dávila, la mejor representante de ese mediocre y cómplice periodismo, como precandidata presidencial, es ver a uno de los más grandes desesperos de la ultraderecha de querer volver al poder. Ya usaron a apellidos viejos como Pastrana, Samper, Betancourt, Barco, Gaviria, a uno que le hizo mucho daño a Uribe, como fue Santos con la JEP, y al ridículo Duque, el «joven prometedor». Ahora era necesario lanzar una muñeca de la mafia, que ponga más bonito el retrato cruel de una Cabal.

Hoy el pueblo ha sido convocado a una Consulta Popular, por cuenta de una mezquina decisión de 8 senadores que quieren archivar la Reforma Laboral, respondiendo a la avaricia de grandes comerciantes e industriales, y no a sus propios electores: el pueblo que tanto visitaron en Campaña cuando la «humildad» los invadía.

Si se materializa esta herramienta democrática que ofrece nuestra Constitución Nacional, veremos qué clase de pueblo es el que sale a las calles y a las urnas: si el de las encuestas que reprueban a Petro, o el pueblo al que nunca preguntan en sus amañadas consultas de opinión: el de la Colombia profunda, el de la ruralidad dispersa, el de los miles de beneficiados de los grandes resultados de este gobierno, logros por supuesto ocultados por los medios tradicionales de comunicación, pero visibilizados por los medios alternativos, los cuales, crecieron como nunca en estos más de dos años de gobierno, algo que también cambió en nuestra sociedad.

Nunca vimos en el pasado a una SAE (Sociedad de Activos Especiales), entregar bienes extintos del narcotráfico a productores campesinos, sino más bien vimos a senadores y políticos enredados e investigados por quedarse con esas riquezas mal habidas, manchadas de sangre y fuego.

Nunca vimos una reforma agraria entregando tierras a campesinos y cuya fabulosa producción, hoy tiene al país con inflación a la baja y exportando muchos de sus productos al exterior, generando riqueza social y beneficios al consumidor.

Tampoco vimos reformas sociales a la salud, a la educación, la reforma pensional, laboral, siendo peleadas por el propio presidente en el Congreso o en la calle como debe ser, y que hoy le hacen honor a un mandatario que quiere cumplir su mandato consumando todo el contenido de su programa de Gobierno.

La lista se hace interminable de las cosas que nunca vimos en los anteriores presidentes y que sí hace y palpamos del actual presidente de los colombianos, Gustavo Petro. Eso, ya es histórico.

Por: John Hammer León Cuéllar
Comunicador Social y Periodista
X: @JohnHammerLeon
Email: johnleonc.jhlc@gmail.com

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