La tormentosa semana que acaba de terminar concluyó con la derrota del gobierno en su afanosa intención de aumentar desmesuradamente el precio del Diesel para alinearse con las políticas del FMI y Banco Mundial que inició Uribe al crear el mal llamado Fondo de Estabilización de precios de los combustibles con el que se introdujo la absurda teoría neoliberal de que el precio interno debe ser igual al internacional, como si fuéramos importadores netos de gasolina y ACPM.
No pararon las bodegas del gobierno en descalificar el paro camionero aduciendo que era obra de unas pocas empresas de transporte propiedad de megáricos que adicionalmente buscaban desestabilizar el país para auspiciar un golpe al gobierno que autodenominan del “cambio”, paro que evidentemente frenó el flujo de mercancías y pasajeros en principales sectores de la geografía nacional.
Para deslegitimar la justa protesta, pues el alza amenazaba incrementar los costos de la canasta básica y afectar la rentabilidad de actividades industriales, agropecuarias y de servicios; por redes y mediante comunicados de dirigentes sindicales afectos al gobierno presentaban a supuestos pequeños transportadores como contrarios a las demandas de los dirigentes de los bloqueos y ajenos a estos.
Curiosamente, a través de RTVC que dejó de ser un canal público para convertirse en un instrumento de propaganda del petrismo y un nido de empalagosos aduladores de su director, una vez las negociaciones permitieron un acuerdo que dio por finalizada la protesta, la presentan como un arreglo del gobierno con lo que llaman las bases de los camioneros, los mismos que horas antes presentaban como opuestos a la protesta.
La pregunta es: ¿cómo se concertó la suspensión del paro con los que no estuvieron en él y por qué los que lo promovieron, unos pocos transportadores monopolistas de acuerdo con la versión oficial acogieron esa decisión? Por supuesto esa explicación del gobierno no cuadra, porque en la protesta estuvieron los grandes y una inmensa cantidad de pequeños transportadores de todo tipo.
Es otra de las fábulas a las que acude un gobierno que pretende presentarse como adalid de los pobres, a los que afecta con sus ejecutorias. Adicionalmente, para distraer, se muestra como una víctima permanente de conspiraciones que solo funcionan en las alucinadas cabezas de su mesías y sus seguidores.
Este episodio no deja duda alguna de la naturaleza del gobierno de Petro, continúa con las políticas económicas de Uribe, Santos y Duque apelando con cinismo a presentarlos como quienes se oponen a sus pretendidas reformas, cuando gobierna con ellos y con el mismo estilo corrupto que los caracterizó.
Acuden a la vieja maña de emplear los métodos y procedimientos de los vendepatrias de siempre, con iguales propósitos, alegando legitimidad por su pretendido origen revolucionario.
Vergüenza ajena sentimos quienes acompañamos en el pasado a líderes sociales y políticos al lado de los intereses de los sectores populares, hoy apoyando la aplicación de políticas que denunciamos siempre como contrarias al bienestar de la nación y el pueblo.
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Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com
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