La pauperización de la profesión médica en Colombia: un llamado al cambio

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La medicina, antaño considerada una de las profesiones más respetadas y admiradas, enfrenta hoy en Colombia una crisis profunda que trasciende lo económico y toca lo humano.

La pauperización de la profesión médica no solo afecta los ingresos de los profesionales de la salud, sino que también erosiona la dignidad, la ética y la pasión que deberían acompañar el ejercicio médico. En un país donde los médicos son formados con sacrificio, vocación y rigor, es doloroso ver cómo muchos terminan atrapados en un sistema que prioriza la rentabilidad por encima del bienestar de los pacientes y el respeto por los profesionales.

Los síntomas de esta crisis son evidentes: salarios bajos, jornadas laborales extenuantes, contratos temporales o por prestación de servicios sin estabilidad ni garantías, y una carga administrativa que desvía al médico de su verdadero propósito.

Sumemos a esto la violencia que enfrentan muchos en su lugar de trabajo, la falta de insumos básicos en hospitales, y la constante amenaza de demandas judiciales. No es de extrañar que tantos médicos colombianos busquen mejores oportunidades en el exterior, dejando un vacío que se siente en cada rincón del sistema de salud.

Sin embargo, este no es un lamento sin dirección. Si bien las condiciones actuales son indignantes, también representan una oportunidad para reflexionar sobre los retos que enfrentan los médicos en formación, aquellos que representan el futuro de nuestra profesión. ¿Qué les espera y cómo pueden prepararse para transformar esta realidad?

Primero, los médicos en formación deben entender que su rol trasciende el consultorio. Hoy más que nunca, el médico debe ser un líder, un defensor del sistema de salud y un gestor del cambio social. Esto requiere desarrollar competencias más allá de la medicina clínica: habilidades en comunicación, liderazgo, manejo de conflictos y, sobre todo, una profunda empatía que les permita conectar con los pacientes y las comunidades que atienden.

Segundo, es fundamental que las facultades de medicina adapten sus currículos a las necesidades actuales. No basta con enseñar biología molecular o farmacología; es necesario incluir formación en bioética, humanismo, gestión administrativa y salud pública. Un médico que comprende el sistema de salud en su totalidad tiene mayores herramientas para navegarlo y, eventualmente, transformarlo.

Tercero, los médicos jóvenes deben unirse y fortalecer redes de apoyo profesional. La atomización de los médicos es uno de los factores que perpetúa la pauperización. Sindicatos, asociaciones y colectivos pueden ser plataformas poderosas para exigir mejores condiciones laborales, pero solo si son cohesionados y activos.

Finalmente, los médicos en formación deben abrazar la tecnología y la innovación como aliados. La telemedicina, la inteligencia artificial y las nuevas herramientas diagnósticas no solo tienen el potencial de mejorar la calidad del cuidado, sino también de dignificar el trabajo médico al reducir cargas innecesarias y permitir un enfoque más personalizado.

La pauperización de la profesión médica en Colombia no es un problema sin solución, pero requiere de una voluntad colectiva para enfrentarla. Como médicos, tenemos la responsabilidad no solo de curar cuerpos, sino también de sanar un sistema que nos necesita fuertes, unidos y con una visión renovada.

A los jóvenes médicos les digo: no pierdan la esperanza ni la pasión. La medicina sigue siendo una profesión noble y transformadora. Pero es nuestra tarea luchar para que recupere su dignidad y relevancia. El cambio comienza con ustedes.

Por: Adonis Tupac Ramírez Cuéllar – adonistupac@gmail.com
X: @saludempatica

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