La palabra empeñada

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Dar la palabra y cumplirla se ha vuelto casi un imposible en este país. Estamos de cara a una sociedad que ha perdido casi por completo su autoestima. Decir: “cuente con eso, hagámoslo, no hay más que hablar, arranquemos ya, se escucha por todas partes”. Pero toda esa carreta en menos de nada queda convertida en una verdadera payasada, porque no vuelven a contestar al celular, no responden los mensajes y difícilmente se dejan encontrar. El compromiso con base en la palabra termina valiendo menos que estiércol.

Estos comportamientos reflejan la falta de carácter, respeto por las personas y por sí mismo. La falta de coherencia y lealtad son esperables en un país en donde su dirigencia política son los primeros faltones. En cada campaña saltan a la plaza pública una gran cantidad de politiqueros que a punta de abrazos, besos y promesas conquistan los votos y al otro día que se posesionan en los cargos de elección popular, se olvidan de sus electores, no los vuelven a determinar, aprueban normas en contra de su pueblo que los eligió, se venden a las mafias de la contratación, a los monopolios. Al pueblo le sacan el voto y luego le sacan el rabo.

En algunos hogares los niños aprenden estos comportamientos de deslealtad, porque reciben ese ejemplo de sus propios papás. ¿Qué se puede esperar de un niño que a diario se da cuenta que su papá o mamá son unos mentirosos, que nadan sobre la picardía y la deslealtad?  Es que la mejor manera de enseñar, es dando ejemplo. “Un helecho jamás producirá  rosas”.

¿Será que esta sociedad se volvió masoquista? Pareciera que a la mayoría les fascina que les digan mentiras, que les endulcen el oído con promesas y con limosnas. Hoy se escucha por todas partes en especial en el Huila, que la gente se cansó de su dirigencia, que no quieren saber nada “de los mismos con las mismas, que hay que apoyar nuevos liderazgos, que no más de lo mismo”. ¿Será cierto?

El despilfarro de las regalías, haber votado la reforma tributaria, la concentración de contratos y burocracia en cinco roscas, más la indiferencia, corrupción que se destapa a diario y el incumplimiento de la palabra empeñada, es el detonante para que el pueblo huilense en las urnas produzca el gran golpe de opinión.

Empeñar la palabra y cumplirla, será nuestra ruta.

Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com

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