Hijos y héroes

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En Lagoa Rodrigo de Freitas, las miradas de gran parte de la hinchada estaban dirigidas a la quinta hilera en la que se encontraba el brasileño Isaquias Queiroz, quien disputaba la final de canoa individual 200m. Pero es probable que nadie haya estado más ansioso que Dilma, de 53 años y madre del atleta. Al concluir la prueba, cuando Isaquias se tiró al agua, molesto por no haber obtenido el oro, ella juntó las manos en señal de preocupación. «¿Dónde está mi hijo?», preguntaba, en la imagen que quedó plasmada en un vídeo realizado por el canal Sportv. Una vez confirmada la medalla de bronce, ella se arrodilló y alzó las mismas manos al cielo para agradecer. «Pensé que se había muerto» dice entre lágrimas.

La reacción de Dilma es un ejemplo de lo que las madres y los padres de los atletas sienten durante los Juegos Olímpicos. Si el hincha sufre, ¡imagínese la familia! Luiz Carlos, el padre de la judoca Rafaela Silva, estaba tan nervioso que prefirió no ir a los primeros combates. Pero demostró ser un amuleto de buena suerte durante la semifinal y la final, sentado al lado de su mujer Zenilda y de la sobrina de Rafaela, Ana Carolina. «No es porque sea mi hija, pero se merece lo mejor. Es una persona de bien, humilde, una guerrera única. Una guerrera de oro», dijo emocionada la madre. Rafaela le dedicó la medalla a su padre, quien no dejó que su hija abandonara el deporte. «El 90% de esta medalla es suya».


La familia de Rafaela Silva haciéndole la hinchada a la atleta (Foto: Rio 2016/André Naddeo)

La madre del nadador brasileño Thiago Pereira encontró una forma de superar el nerviosismo. Durante los Juegos Panamericanos de 2007, también en Río, los gritos de “Vamos Thiago” hicieron eco en el Parque Acuático María Lenk e hicieron a Rose Vilela famosa en todo el país. En los juegos de Río 2016, actuó como comandante de la hinchada que alentaba a su hijo, quien terminó en séptimo lugar en la final de 200m combinado.No es raro encontrar madres y padres que le quiten protagonismo a las tribunas. El vídeo que muestra a la familia de la gimnasta estadounidense Aly Raisman ya fue visto por miles de personas en Internet. Lynn y Rick se contorsionan durante la presentación de su hija, como si estuviesen compitiendo con ella.

Martine Grael, hija del medallista Olímpico Torben Grael y de la también ex navegante Andrea Grael, ya participaba en las competencias dentro del vientre de su madre. Cuando Andrea participó en una regata de Santos a Río, en 1990, embarazada de siete meses, nadie imaginó que 26 años más tarde su hija ganaría el oro Olímpico, al lado de Kahena Kunze. La excitante llegada de la última regata de la clase 49er FX fue una prueba para el corazón. «Ella siempre dejó todo para el final», reveló la madre al canal Sportv. «Para mí, verla ganar es mucho más emocionante que mis conquistas», dice su padre Torben.


Fiesta en la llegada de Martine y Kahena (Foto: Rio 2016/Valeria Zukeran)

Pero, ¿cuando la medalla no llega? Después de haber sido eliminada por el equipo de China, la bicampeona Olímpica de vóley Jaqueline corrió para abrazar a Josiane Costa y recibió el consuelo de su madre: «Tienes que ser fuerte hija mía. No es fácil ser invencible. Estoy muy orgullosa de ti».


Josiane consola a Jaqueline (Foto: Getty Images/David Ramos)

Para algunos atletas, la presencia de los padres en las situaciones difíciles es fundamental. “Cuando no me llama, es buena señal”, dice Luis Felipe, padre de Bruno Schmidt, campeón Olímpico de vóley de playa en los Juegos de Río 2016. Luiz Felipe cuenta que el hijo siempre busca a su familia cuando necesita apoyo. La lucha por la clasificación para los Juegos fue uno de esos momentos complicados. «Él y Alison estaban muy mal posicionados en el ranking después de las cuatro primeras etapas del Circuito Mundial, las cuales otorgaban puntos para los Juegos Olímpicos. Bruno me llamó desesperado de los Estados Unidos preguntando qué tenía que hacer. Por eso, fuimos a apoyarlos al Mundial que tuvo lugar más tarde. Y salieron campeones. También estuvimos en la siguiente etapa del circuito, en Suiza, donde también ganaron. Y a partir de ahí, la dupla alzó vuelo», recuerda Luiz Felipe.

Durante los Juegos de Río 2016, Luiz Felipe tuvo que tomar calmantes durante los días en los que jugaba su hijo. Supersticioso, no compró entradas por anticipado. Sólo lo hacía cuando la clasificación para cada fase estuviese garantizada. Después del oro histórico que obtuvo en Copacabana, Bruno reconoció el apoyo recibido: «Gracias papá. Casi dejé de jugar en tres ocasiones. Si estoy aquí, es gracias a él «, dice en una entrevista a TV Globo.


Bruno abraza a su padre después del oro en los Juegos de Río 2016 (Foto: FIVB)

Los Juegos de Río 2016 demuestran que ser padre y madre de un atleta es padecer y festejar en el paraíso.

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