El centro y la derecha se imponen en las encuestas de opinión, a año y medio de las próximas elecciones a Presidencia. Nombres como Sergio Fajardo, Claudia López e incluso Juan Manuel Galán, aparecen en los últimos sondeos de opinión, en los primeros lugares en la intención de voto.
Junto a ellos aparecen otros nombres de extrema derecha, como Germán Vargas Lleras y Vicky Dávila, lo que pareciera evidenciar que la balanza política del país, quiere moverse hacia ese lado. Entre tanto Gustavo Bolívar y Daniel Quintero, se proyectan como las cartas con mayor proyección en la izquierda.
Aún falta mucha agua por correr, y gran parte del movimiento que tome esta balanza, dependerá de los resultados del actual gobierno. Una de las respuestas más comunes en las últimas encuestas, es que la ciudadanía aún desea y quiere un cambio para el país, lo que podría interpretarse como que aún no está conforme con el modelo de país que el actual gobierno está implementando; pero también, que no quiere repetir el modelo del pasado.
En ese panorama, el centro pareciera ser una alternativa y hacia ese lado, tratarán de ubicarse la mayoría de los candidatos. Algunos se lanzarán por firmas, para tratar de ocultar su afinidad política con algún partido político o ideología, y otros tratarán de buscar partidos alternativos para mostrarse como una verdadera alternativa de cambio. Y la verdad es que al final, si mañana fueran las elecciones, los colombianos encontraría en el tarjetón, más de lo mismo.
A hoy, no hay un candidato que pueda representar ese cambio que el país quiere o espera. Estamos hablando de candidatos que representan el tradicionalismo, los partidos políticos, los acuerdos burocráticos, que son financiados por clanes de la contratación, que pertenecen a grupos políticos o económicos y en general, ninguno podría llegar con la independencia que se quisiera a gobernar, y establecer las profundas transformaciones que el país necesita.
Ya sabemos y la experiencia así nos lo ha demostrado, que quienes pertenecen a partidos políticos, o hacen acuerdos con ellos, y se financian con recursos de la contratación o del sector económico del país, deben llegar a cumplir compromisos, a repartir la torta burocrática, y a preocuparse por ejecutar recursos, pero sin hacer cambios de fondo.
Y también sabemos que una propuesta alternativa, sin un poder legislativo mayoritario de su lado, difícilmente podrá sacar adelante las reformas que se proponga, por mucho que al final, estas sean favorables o no, a la ciudadanía.
Así que lo que se viene es una puja de poderes por posicionar candidatos con favorabilidad, de cara a las elecciones de 2026, en la que el actual gobierno, terminará siendo un termómetro fundamental en el desequilibrio de la balanza. Y en ese sentido, podríamos enfrentarnos al final a dos panoramas.
El primero, al que el presidente Petro y la extrema derecha le apuntan, y es a radicalizar los extremos, para que la puja se centre entre petristas y antipetristas. Un discurso marcado de odio hacia la lucha de clases y poderes por parte del actual mandatario, para justificar la necesidad de un nuevo gobierno de izquierda, de estirpe progresista. Un discurso que incluso en los últimos meses ya le ha empezado a dar furtos, pues la imagen favorable ha aumentado a casi un 50%, cuando llegó a estar en sólo 30%.
Y por otra parte, una narrativa impuesta desde los medios y los congresistas, de críticas y ataques al gobierno, que ha despertado aplausos en un sector, y solidaridad en otro. Lo cierto, es que para este papel de Super héroe, o villano, como se le quiera ver, hay un casting bastante amplio, empezando por Germán Vargas Lleras, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Miguel Uribe, y ahora Vicky Dávila, y que deberá decantarse, si se quiere tener una opción real de recuperar el gobierno.
Por otro lado, está la opción de una alternativa. La gente se asquea tanto de lo mismo, de la pelea de los extremos y la lucha por el poder, que busca una opción no tan contaminada, o incluso, un outsider (fuera de lo común y las normas), tan de moda en el mundo, que pueda hacer las cosas distintas. Hasta ahora no hay una opción que encarne esta alternativa, pero no me cabe duda que a ese panorama le apuntará Claudia López, Sergio Fajardo y Juan Daniel Oviedo, buscando un espacio en segunda vuelta.
Así que aún es prematuro saber hacia dónde girará el país en menos de dos años, pero lo que sí se puede vaticinar, es que como en Neiva, al presidente Petro al final podrán pasarle cuenta de cobro los colombianos, por su propio invento, es decir, el no poder lograr lo prometido en campaña, terminará siendo un arma de doble filo.
Algo similar que le está pasando al alcalde Germán Casagua, a quien sus electores ya le reclaman por cambiar su discurso, y tomar posiciones distintas a las que expresaba en campaña. Este factor, podría definir el panorama bajo el que se movería la elección presidencial a futuro, y con ella, los candidatos que aparecerían en el partidor, y la ubicación política que asumirán.
La Ñapa
A propósito de Outsider, no descarten desde ya a Felipe Olave como candidato a la Alcaldía de Neiva. No lo ha manifestado, ni tampoco su círculo cercano, pero sus actuaciones hoy, lo muestran como un posible candidato a futuro.
La inversión multimillonaria en la ciudad en materia de infraestructura, sumada a proyectos en energía alternativa y otros frentes de inversión, sumado a la propuesta de construir un estadio para Neiva, lo empiezan a poner en boca de empresarios y ciudadanos, y de paso, lo muestran como una figura alternativa, que podría hacer las cosas bien, teniendo en cuenta que ha mostrado una posición radical contra la corrupción.
Puedo estar equivocado, pero no se asombren si su nombre empieza a sonar para ser el sucesor de Germán Casagua.
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Por: Andrés Felipe González Díaz
Comunicador Social y Periodista
Especialista en Comunicación Digital
Asesor en Comunicación Política