En memoria de la gran Dama de Neiva

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El mejor calificativo hacia una mujer es decirle dama. Pero no cualquiera lo merece, así sea señora, así ya tenga avanzada edad o sea de la clase alta. El calificativo de dama solo es pertinente para aquellas mujeres que inspiran respeto, y todos sabemos que el respeto es un valor que se gana.

Por eso no me cabe duda, que doña Luz Marina Trujillo era una gran dama. Una mujer que supo combinar en su vida los roles más valiosos de una mujer: hija, hermana, madre, abuela y esposa; con una vocación de servicio invaluable, y una sensibilidad social única.

Y gracias a ello, dejó huella en todos aquellos que tuvimos el honor de conocerla. Me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que no ha habido una sola persona que conoció en vida a Luz Marina Trujillo, y pueda hablar mal de ella.

Todos los que la conocían, siempre destacaban su humildad, su liderazgo hacia las causas sociales, su amor profundo hacia su familia y las personas que la rodeaban, su don humano, y su capacidad de dar sin esperar nada a cambio.

No fue una mujer amante a las cámaras. Le gustaba más bien actuar alejada de los lentes, ayudando a quienes realmente lo necesitaban. Así se ganó el cariño y el respeto de muchos. Siempre bajo una fe profunda y un respeto hacia los valores cristianos.

Es por eso que las redes sociales se invadieron de mensajes de condolencias a su familia por su repentina muerte. Era una mujer que no dividía, que no tenía enemigos, que no generaba rechazo y que, al contrario, despertaba admiración, cariño y respeto de muchos neivanos.

Tanto fue su legado que, hasta los detractores y enemigos políticos de su esposo, lamentaron su muerte, pues al margen de las diferencias ideológicas, todos sabían de la gran pérdida para nuestra sociedad, que representa la partida de la recordada Gestora Social.

Y sí para los que la conocimos ha sido doloroso, no imagino lo difícil y fuerte que debe ser para su familia. Ella era el motor de su hogar. Era el corazón de Gorky, su esposo, el alma de sus hijos, Angélica, Tatiana, Karol y Julián; era el amor de sus nietos, el bastión de su madre, la guardiana de la casa; era sencillamente todo para ellos.

Por eso estas palabras, además de consolar a sus familiares, buscan exaltar la memoria de ella, la gran dama de Neiva, que dejará un vacío enorme en quienes la conocimos y gozamos de su presencia, pero también en quienes tocó con su generoso y bondadoso corazón.

En el recuerdo quedarán sus campañas de donación de útiles escolares, con las que beneficiaba a miles de niños; también las ayudas para personas con discapacidad, como sillas de ruedas, audífonos, bastones, etc.; campañas de atención a personas en condición de calle; mercados que entregaba a familias vulnerables, y ni qué hablar del trabajo que hacía con los adultos mayores en las diferentes comunas, y las fiestas de 15 años que le celebraba por todo lo alto a las niñas de corregimientos y de escasos recursos de Neiva, que no tenían la posibilidad de celebrar esas fechas.

Hablar de ella y recordar su obra, será sin duda la mejor manera de inmortalizar su legado, para que las nuevas generaciones, tengan la posibilidad de conocer más de ella.

Dios guarde su alma y brinde consuelo y paz para su familia.

La Ñapa

Cuatro hijos y seis nietos, conforman la familia Muñoz Trujillo. A ellos y a Gorky, toda mi solidaridad en estos difíciles momentos. Sé que todo será diferente desde ahora, pero también sé que se levantarán y triunfarán, como doña Luz Marina hubiera querido. Fuerza y resignación.

Por: Andrés Felipe González Díaz
Comunicador Social y Periodista
Especialista en Comunicación Digital
Asesor en Comunicación Política

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