Por cuenta de la casualidad tuvimos oportunidad de escuchar a un docente universitario sugerirle a un estudiante como explicar el impacto del TLC en la vida nacional, con la frialdad propia de los tecnócratas le recomendaba que hiciera algunas gráficas y presentara cifras que moldearan los resultados para exponer en un auditorio, este particular episodio nos sirvió para explicar la actitud de la mayoría de los funcionarios de entidades públicas y privadas, que de alguna manera inciden en el diseño y ejecución de las políticas económicas y sociales que rigen el país, desde la comodidad de sus posiciones remuneradas es muy difícil que se pongan en los zapatos del empresario que ve con angustia desmoronarse la organización en la que empeñó años de trabajo, en algunos casos involucradas varias generaciones que con persistencia contribuyeron a la formación de negocios, industria o empresas agropecuarias que originan bienestar al ofrecer empleos formales asalariados así no sea en su justa medida y por supuesto menos probable es que se imaginen siquiera la desazón de quienes como consecuencia de la quiebra de las compañías pierdan sus puestos de trabajo y se encuentren de la noche a la mañana literalmente en la calle sin mayores opciones de resolver las necesidades básicas de la familia con lo que se va degradando la vida de las comunidades carentes de atención a servicios fundamentales en salud, educación, vivienda, y por supuesto sin la garantía de una nutrición adecuada y la oportunidad de vestir a la prole decentemente.
A tono con el talante de los traficantes del interés nacional el Director de Planeación Nacional, el delfín de la casa Gaviria quien iniciara la apertura económica, confesó con gran cinismo que el Plan Nacional de Desarrollo se construyó sobre la base de cumplir las exigencias de la OCDE para aceptar el ingreso de Colombia al club de países ricos que lo conforman y con lo que se les garantiza el mayor aprovechamiento del mercado interno, acceso al control de tierras en las extensiones que sus negocios lo requieran, garantías sin límite a sus inversiones especulativas, adquirir patrimonio público a menos precio, profundizar las áreas de negocios en salud, educación y servicios públicos, en fin allanar aún más el camino de la aplicación de las políticas neoliberales y de libre comercio que tienen en la ruina a la industria y el agro nacional.
La resistencia se organiza y Fecode anunció paro nacional para finales de Abril y los cafeteros para Julio.
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