El agua: motor importante del sector energético en Colombia

930 views
8 mins read

En Colombia, el agua no solo es fuente de vida, también es el eje invisible que sostiene gran parte del sistema energético. Sin ella, el país enfrentaría un colapso difícil de dimensionar. Aunque muchas veces se habla de petróleo, gas o energías renovables, el papel del agua en la generación de electricidad sigue siendo insustituible.

La hidroelectricidad, que representa más del 60% de la matriz energética, depende directamente de los caudales de ríos y embalses. Esta relación, lejos de ser estática, enfrenta desafíos cada vez más complejos debido al cambio climático, la variabilidad de las lluvias y el aumento sostenido de la demanda de energía.

Colombia ha construido su desarrollo energético alrededor del recurso hídrico. Desde mediados del siglo XX, las grandes hidroeléctricas han sido símbolo de progreso, garantizando un suministro estable y relativamente económico. No obstante, la abundancia de agua no es un hecho garantizado.

Los fenómenos climáticos extremos, como El Niño, ponen en jaque la capacidad de generación, obligando a activar fuentes térmicas más costosas y contaminantes. Cuando los embalses se reducen a niveles críticos, el sistema entero se tensiona, exponiendo las debilidades de una matriz que, aunque eficiente en condiciones normales, se vuelve vulnerable ante la falta de lluvias.

El desafío no es menor. La demanda de energía crece a un ritmo constante impulsada por la industrialización, la urbanización y la digitalización de la economía. Sin embargo, el régimen de lluvias es cada vez más impredecible. Esta combinación de factores obliga a repensar el papel del agua en el sector energético, no como un recurso inagotable, sino como un activo estratégico que requiere gestión, innovación y planificación a largo plazo.

En este contexto, garantizar la seguridad energética implica no solo aumentar la capacidad instalada, sino también optimizar el uso del recurso hídrico, diversificar la matriz y fortalecer las políticas de conservación.

A pesar de las advertencias de expertos, persiste la idea de que Colombia es un país «rico en agua». La realidad es más compleja. Según el IDEAM, el 50% del territorio presenta algún grado de vulnerabilidad hídrica. Esto significa que la disponibilidad del recurso no es homogénea, lo que tiene implicaciones directas en la capacidad de generación eléctrica.

Zonas estratégicas para la hidroelectricidad, como el Magdalena-Cauca, enfrentan una presión creciente debido a la deforestación, el cambio de uso del suelo y las alteraciones en los patrones climáticos. Sin una gestión integral de las cuencas hidrográficas, el riesgo de desabastecimiento energético aumentará con el tiempo.

La interdependencia entre el agua y la energía no es un asunto exclusivo de la hidroelectricidad. Las plantas térmicas también requieren grandes volúmenes para los procesos de refrigeración. Incluso las tecnologías emergentes, como el hidrógeno verde, dependen del agua como materia prima.

En este escenario, cuidar el recurso no es solo una cuestión ambiental, es una estrategia de supervivencia para el sector energético. Las empresas deben asumir un rol activo en la protección de las fuentes hídricas, promoviendo prácticas sostenibles, invirtiendo en investigación y apostando por soluciones que reduzcan el consumo de agua en los procesos industriales.

A nivel global, el debate sobre la relación entre agua y energía está ganando protagonismo. En países con alto desarrollo tecnológico, se han implementado sistemas de reutilización de agua, tecnologías de desalinización y modelos de economía circular aplicados al sector energético. Colombia no puede quedarse atrás.

Es fundamental avanzar en políticas públicas que integren ambos sectores, fomenten la eficiencia hídrica y promuevan la innovación. Esto implica fortalecer la regulación, incentivar la inversión en infraestructura resiliente y generar alianzas público-privadas para enfrentar los desafíos que se avecinan.

Cada 22 de marzo, el Día Mundial del Agua invita a reflexionar sobre la importancia de este recurso. Más allá de los discursos institucionales, es una oportunidad para reconocer su valor estratégico en sectores críticos como el energético. No se trata solo de un insumo más en la cadena productiva, sino de un elemento fundamental para la estabilidad del país. Sin agua, no hay energía; sin energía, no hay desarrollo.

El futuro del sector energético colombiano depende, en gran medida, de cómo se gestione el agua en las próximas décadas. Esto requiere una visión integral que supere las soluciones coyunturales y apueste por políticas de largo plazo. La transición energética, tan urgente como necesaria, no puede ignorar la realidad hídrica del país.

Incorporar criterios de sostenibilidad, fomentar la innovación tecnológica y garantizar la gobernanza del agua son pasos ineludibles para asegurar un suministro energético confiable, asequible y compatible con la preservación de los recursos naturales.

En un contexto global donde el cambio climático redefine las reglas del juego, no hay espacio para la inacción. El agua, lejos de ser un recurso ilimitado, se ha convertido en un bien estratégico cuya gestión adecuada marcará la diferencia entre la estabilidad y la crisis. Para el sector energético colombiano, reconocer esta realidad no es una opción, es una obligación impostergable.

Por: María Fernanda Plazas Bravo – X: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Ir al contenido