La sanción que distrae, la matanza que continúa

TSM Noticias
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Se sanciona al mensajero y se invisibiliza el mensaje: los derechos humanos no son selectivos.

El pasaporte de Petro eclipsa las bombas sobre Gaza.

La reciente revocatoria de la visa estadounidense al presidente Gustavo Petro ha ocupado titulares y noticieros durante días, generando un espectáculo mediático que parece diseñado para desviar la mirada de lo verdaderamente importante. La narrativa dominante se centra en el “golpe diplomático” a la figura del mandatario colombiano, alimentando debates sobre su legitimidad internacional, su futuro político y las consecuencias para la relación bilateral con Estados Unidos.

Sin embargo, este énfasis mediático, lejos de iluminar la realidad, oscurece el trasfondo ético y político de la situación: la denuncia de violaciones de derechos humanos contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza, señaladas directamente por Petro y atribuidas a la política del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

La noticia de la revocatoria de la visa estadounidense al presidente Gustavo Petro ha copado titulares y noticieros en Colombia. Cada debate radial, cada columna y cada noticiero han repetido lo mismo: el “bochorno diplomático” que supone que el jefe de Estado no pueda entrar a Estados Unidos. Pero ese es el árbol que no nos deja ver el bosque. Lo que se esconde detrás es mucho más grave: las denuncias de Petro contra el Primer ministro israelí por violaciones masivas de derechos humanos en Gaza.

La cobertura mediática no es inocente. Gran parte de la prensa tradicional colombiana ha decidido encuadrar el asunto en clave de confrontación personal entre Petro y Washington, con titulares diseñados para alimentar la polémica política interna. El resultado es un debate superficial que refuerza prejuicios y polarizaciones, mientras relega a un segundo plano la discusión sobre la responsabilidad internacional frente a los crímenes de guerra en Gaza.

La prensa tradicional, en vez de poner en el centro la tragedia palestina, prefirió centrarse en la anécdota política. El relato dominante ha convertido un trámite consular en un escándalo nacional, alimentando la polarización y el morbo, pero silenciando lo que realmente importa: un genocidio denunciado por organismos internacionales, donde mueren miles de civiles inocentes bajo bombardeos sistemáticos.

En lugar de profundizar en las denuncias de Petro sobre la actuación del gobierno israelí que han sido respaldadas por múltiples organismos de derechos humanos y por sectores de la comunidad internacional, se ha preferido centrar la narrativa en la “vergüenza diplomática” que supone la pérdida de la visa. Se trata de un desvío calculado: al poner en escena el ego presidencial, se invisibiliza el dolor palestino. Esta asimetría revela prioridades preocupantes: se privilegia la anécdota política sobre la tragedia humanitaria; el daño a la imagen de un gobernante sobre la aniquilación sistemática de un pueblo.

La asimetría es escandalosa. El país discute horas sobre la humillación de un presidente, mientras apenas se mencionan hospitales destruidos, familias enteras sepultadas en escombros y niños huérfanos en Gaza. ¿Cómo explicar que el drama de un pasaporte pese más que la tragedia de un pueblo entero? Esa desproporción no es ingenua: muestra la jerarquía torcida con la que medios y políticos deciden qué merece indignación y qué no.

El trasfondo ético incomoda. Más allá de simpatías o antipatías hacia Petro, lo que hizo fue señalar la hipocresía internacional: se defienden los derechos humanos de forma selectiva, dependiendo del aliado geopolítico. La respuesta de Washington, al retirarle la visa, envía un mensaje claro: quien cuestione públicamente a Israel pagará un costo. Y la respuesta de los medios colombianos, al convertir la sanción en un espectáculo, refuerza esa advertencia.

El periodismo debería cuestionar, no repetir. Debería preguntarse: ¿por qué se revoca la visa justo ahora? ¿Por qué se castiga a un presidente por denunciar un genocidio? ¿Qué significa que la complicidad internacional se mantenga gracias al silencio mediático? En vez de eso, los grandes medios prefieren la superficie: Petro herido en su orgullo, Petro aislado, Petro castigado.

Lo esencial se está perdiendo. No es Petro, ni su visa, ni su ego. Lo esencial es Gaza: un pueblo sometido al hambre, al despojo y a la violencia. Lo esencial es la impunidad con que Netanyahu actúa frente a los ojos del mundo. Y lo esencial es cómo los medios, al enfocarse en la cortina de humo, terminan siendo cómplices del olvido.

En Colombia deberíamos preguntarnos: ¿qué es más grave, que un presidente no pueda viajar a Estados Unidos, o que se esté exterminando a una población entera? La respuesta parece obvia. Pero mientras la prensa siga alimentando la distracción, seguiremos mirando el árbol y dejando arder el bosque.

La noticia no es quién entra a Estados Unidos, sino quién no sale con vida de Gaza. Si la visa vale más que una vida, ya no es periodismo: es propaganda.

Por: Faiver Augusto Segura Ochoa
Twitter -X: @faiver_segura

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