Después de dos largos y tortuosos años, en los que la crisis de la salud, aunada a la crisis económica generada por esta, nos convirtió en una generación resiliente a la desgracia, el 2022 se prospecta como el año de las oportunidades y de la verdadera reactivación.
Con nuevas variantes de la pandemia, pero ahora más preparados para sobrellevarla, empezamos un nuevo año con la expectativa de lograr recuperarnos del retroceso que, en materia económica, pero principalmente en la actividad turística tuvimos que resistir.
Muchos no lo lograron, otros se reinventaron, algunos crearon nuevas oportunidades, pero todos seguimos confiando en que “la industria sin chimeneas”, es la mejor opción de crecimiento económico que tienen las regiones, y que involucra en su desarrollo a casi toda la cadena de servucción del territorio.
Es el momento de creer en el potencial de esta actividad, de invertir en su crecimiento, en apoyar a quienes han soportado esta crisis y en disfrutar de sus innumerables aportes para alcanzar una mejor calidad de vida. Hacer turismo, se convierte en una de las terapias más recomendadas para sobrellevar los traumas de la nueva era, y ofertar estas oportunidades con innovación y calidad, nos hacen los mejores terapeutas de la época.
Este 2022, todos tenemos una gran meta, y es vivir de la mejor manera esa vida que nos enseñó su fragilidad, disfrutando de todos y cada uno de los momentos especiales que se nos brinden, de la compañía de nuestros seres queridos, de los mágicos, pero desconocidos lugares que encontramos a la vuelta de la esquina, pero principalmente de la oportunidad de vivirla a plenitud, esa misma oportunidad que muchos tristemente no alcanzaron a disfrutar.
Los mayas vaticinaron un “fin del mundo” en el 2012, y ocho años después una pandemia nos puso a pensar en recalcular esa fecha, lo que hoy nos hace reflexionar en que hay que pensar menos en las probables tragedias del futuro y vivir más y mejor las maravillas del presente. Tal vez el fin de nuestra vida llega, cuando dejamos de disfrutarla, de vivirla, de sentirla y de compartirla con los que más amamos.
La inmortalidad, que tanto ha buscado la humanidad, tal vez se resuma en un solo concepto, y es la vivencia de momentos perdurables, como los que nos brindan el disfrute y el goce de las actividades que nos ofrece las llamadas industrias del “ocio y el entretenimiento”
En este nuevo año, no perdamos la oportunidad, de viajar, conocer, disfrutar y compartir, pero sobre todo y en nombre de todos aquellos que no pudieron, de convertir nuestros sueños en realidad. Esa es la verdadera esencia de la vida, de la que en los últimos años aprendimos, que no se le puede dar larga espera a su realización, ya que sus tiempos no dependen de nuestras prioridades, sino de la forma como la queramos vivir.
“No esperes tenerlo todo para disfrutar de la vida, ya tienes la vida para disfrutar de todo” Anónimo.
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Por: Hugo Andrés Rivera Collazos
Administrador de Empresas – Universidad Surcolombiana
Especialista en Planificación de Destinos Turísticos – Universitat Oberta de Catalunya
Correo: hrivera.consultores@gmail.com – Twitter: @hugoandres1975