Acabamos de salir de una de las temporadas turísticas más importantes del país, y ya se viene la próxima en relevancia, principalmente para nuestra región: Las festividades de San Juan y San Pedro.
Ya se escuchan los sones de las fiestas SanPedrinas en las emisoras, y ya se ven regularmente en las redes sociales, invitaciones a iniciar desde ya, una de las festividades más hermosas de nuestro país.
Imposiciones de bandas para las participantes de los reinados populares, municipales, departamentales y nacionales, están a la orden del día, actos que anteriormente pasaban casi desapercibidos, pero que, gracias a la magia de la era digital, se vuelven virales.
También desde ya, con convocatorias abiertas y ampliamente difundidas, se están realizando las preselecciones de los grupos folclóricos y demás artistas culturales que engalanaran nuestras fiestas con su presencia y majestuosas puestas en escena.
Se preparan los escenarios, en los distintos municipios de nuestro departamento, para mostrar la mejor cara de las fiestas, los mismos que casi durante todo el año, en algunos municipios, están en el olvido, y que deberíamos apostar por mantener siempre hermosos, como un indicador de nuestro sentido de pertenencia por nuestras tradiciones.
Se preparan las viandas y todo tipo de platos tradicionales, y se afinan los tiples, guitarra y bandolas, con las mejores tonadas, bambucos y rajaleñas, de los que tristemente, también en algunas zonas, solo nos acordamos en estas épocas.
De igual forma todos los actores de la cadena de servucción turística regional, se preparan para la época en que seguro se reactivara mayormente su economía, gracias a la afluencia de esa gran cantidad de turistas que se esperan recibir.
Aunque con un tinte de pesimismo por parte de algunos, por una no tan productiva “Semana Santa”, pero con el convencimiento que nuestras fiestas “mayores” serán el desquite y el inicio del repunte de una industria, que necesita urgentemente un aliento positivo.
La invitación principal, es a que disfrutemos nuestras fiestas en paz, dando esa imagen positiva y de tranquilidad que siempre el Huila ha ofrecido a quienes lo visitan.
Lo segundo es promover la reactivación de la cultura, rescatando nuestras tradiciones y nuestro folclor, ese mismo que debemos lucir en eventos muy bien organizados, que permitan el disfrute de las fiestas, y que no se generen frustraciones ni caos, en muchas ocasiones provocados por la incultura de una misma comunidad, que, en una efusividad desbordada, presenta al visitante la peor cara de las fiestas.
Como tercer punto, pero no menos importante, es el apoyo el empresario local, ese que, con gran esfuerzo, está poniendo en estas festividades, su mayor inversión, y que solo espera que su negocio a partir de esta época pueda mostrarse al mundo, con productos típicos, autóctonos, tradicionales y rústicos, pero de la mejor calidad, que lleven en alto el nombre del empresariado colombiano y huilense, a los mercados nacionales e internacionales, y que permitan que las dinámicas económicas positivas, no solo sean temporales, sino que prevalezcan en todo el año, como debe ser en una sociedad con sentido de pertenencia y que esta totalmente orgullosa y empoderada de sus más antiguas tradiciones locales.
Que viva el San Pedro, y que Viva el Huila, ¡Carajo!
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Por: Hugo Andrés Rivera Collazos
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