Diciembre del año pasado París fue epicentro de una nueva Cumbre sobre el Cambio Climático. Tras lo tratado en otros encuentros durante los 20 años anteriores, debe haber sido el encuentro definitivo frente al compromiso vinculante internacional para la reducción de los gases de efecto invernadero, incluidas las grandes potencias.
La Conferencia de las Partes o COP 21 de París, marcó un antes y un después en la lucha contra el cambio climático, gracias a la consecución de un compromiso vinculante y definitivo para la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera a partir del año 2020. Hasta esa fecha durará el aplazamiento que, desde la COP de Copenhague, se hizo al Protocolo de Kyoto, el cual marcaba un recorte en las emisiones de CO 2 del 15 % para los países firmantes con respecto a lo emitido en 1990.
Aunque la preocupación frente al calentamiento global no es del todo general, pues aún no todos los habitantes del planeta hemos hecho conciencia frente a la gravedad de este hecho y mucho menos hemos tomado iniciativas o emprendido acciones que permitan coadyuvar en la protección de medio ambiente, sí algunos han iniciado una gran cruzada en procura de frenar este negativo proceso de calentamiento y contaminación que va en contra de la supervivencia animal y humana.
El gran calor que estamos viviendo tras el fenómeno del niño, tal vez uno de los más graves y lesivos de la historia, ha despertado medianamente el interés de personas a las que nunca les había parecido importante este hecho, razón fundamental por la que me encuentre redactando esta columna en relación con este tema.
El Acuerdo de París reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto y sienta las bases para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, más importante aún, para empezar a soñar con un mundo sin combustibles fósiles.
Deseo hacer un vehemente llamado a toda la comunidad para que iniciemos un trabajo individual y en colectivo y de esta manera podamos aportar desde la simpleza de las personas un gran movimiento de salvación del planeta. Definitivamente esto no se logra con el esfuerzo y sacrificio de pocos, se requiere la unión y fuerza de todos para que tomando conciencia y emprendiendo acciones en beneficio del planeta, podamos obtener resultados reales.
Quiero citar una frase del filósofo griego Hipócrates que dice: «Ni la sociedad, ni el hombre, ni ninguna otra cosa deben sobrepasar para ser buenos los límites establecidos por la naturaleza”.
Es hora de dar fin a la revolución armada, violenta y sanguinaria, para dar inicio a una revolución pacifista que busque por todos los medios salvaguardar los intereses de toda la humanidad en procura de la supervivencia de la especie humana, respetando toda la flora y fauna que el creador nos ha regalado.
Cada gota de agua que hoy desperdiciamos, será una gota de agua que nuestros hijos o nietos añorarán en un futuro no muy lejano, si no prestamos atención a estos llamados.
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Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com