Nuevamente los estudiantes nos enseñan que lo público es sagrado, denunciando a los corruptos y exigiéndole al gobierno en la calle que se debe cumplir; nuevamente este gobierno demuestra la forma abusiva de reprimir las manifestaciones con violencia y provocación.
Lo sucedido en Bogotá esta semana confronta el poder de convocatoria de los estudiantes con el poder abusivo del ESMAD, lo que inicia siempre como manifestaciones pacíficas termina con violencia con desmanes y abusos de parte de la policía y con vandalismo de unos pocos estudiantes (no es confirmado) o infiltrados que son usados para realizar estos actos (múltiples denuncias han demostrado la participación de policías infiltrados en las marchas).
La actitud perversa de los medios de comunicación desinformando, volviendo la protesta como un simple acto vandálico y callando frente al abuso policial, demuestra que no hay periodismo serio y objetivo sino servil del estado.
Grandes logros se han conseguido a través de la historia desde la marcha y la movilización en las calles: la jornada laboral de 8 horas, el voto femenino, la reforma constitucional y en los últimos años tumbar las reformas educativa y de salud perversas.
Entonces los cómodos que critican en redes sociales desde su sillón o sus oficinas porque están molestos por los trancones o por no poder llegar pronto a casa desconocen la historia.
El movimiento estudiantil logro unir a estudiantes de universidades públicas y privadas en esta protesta (cuestión histórica), demostrando que no es una lucha de clases sino una lucha de todo un movimiento.
La actitud obtusa del alcalde distrital, del rector de la universidad javeriana y el abuso policial muestran cual es la línea de este gobierno, una política represiva que quiere estudiantes y ciudadanos alienados, que no piensen de forma critica que no exijan por sus derechos y tampoco denuncien la corrupción al interior de las universidades.
Reducir la protesta a un solo acto vandálico es una respuesta agresiva y demuestra de qué lado están las autoridades, del lado del poder y la corrupción.
Que vivan los estudiantes que aún mantiene el corazón rebelde, que aún creen en la utopía de cambiar el país y de defender lo público.
La esperanza no se ha perdido.
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Por: Adonis Tupac Ramírez Cuéllar – adonistupac@gmail.com