Las mujeres rurales puedan incidir en la construcción de un mejor país. Un aspecto importante para el desarrollo de la humanidad y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es la relación que existe entre el género y la seguridad alimentaria, que son dos temas importantes que, por sí mismos, garantizan un futuro más próspero para la humanidad, pero que, en conjunto, representan un área de acción estratégica para el bienestar de los habitantes del planeta.
La participación de la mujer en la agricultura es de interés estratégico por su fuerte impacto y beneficios directos para la familia.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha puesto mucho énfasis en la importancia de la mujer como pilar de la economía rural, es por ello que la mujer rural requiere del apoyo incondicional de las políticas públicas para transitar hacia una producción intensiva, industrializada y sostenible; tener garantías ante posibles amenazas a su cultivo; y poder participar, en condiciones de igualdad, en los mercados de producción. Las mujeres rurales son una fuerza para impulsar el progreso en todo el mundo.
Existe preocupación por la seguridad alimentaria, y las dificultades que muchos encuentran en la obtención de alimentos para asegurar una adecuada nutrición a la población.
Esta preocupación debe derivar en un plan de acción para el trabajo con mujeres rurales, debe incluir estrategias de apoyo a las familias y vinculación a intervenciones de desarrollo, desde la perspectiva del liderazgo comunitario y la inclusión social de las mujeres.
Para ello, es necesario promover la agricultura familiar, la formación profesional, la producción agrícola, la actividad cooperativa, la inclusión financiera y el acceso al crédito como estrategias de salida de la pobreza que permitan a las mujeres rurales desarrollar sus capacidades para los emprendimientos basados en recursos locales y la sostenibilidad ambiental; también es necesario apoyar los esfuerzos asociativos. Juntos podemos hacer grandes cosas.
Cualquier reflexión sobre un tema tan importante como la seguridad alimentaria no puede pasar por alto el papel de las mujeres rurales en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: las mujeres rurales son un pilar de la agricultura a pequeña escala, del trabajo campesino y de la subsistencia familiar diaria.
Es inaceptable, y un problema ético que cientos de millones de personas sufran desnutrición y hambre, mientras que en todo el mundo se desperdician millones de toneladas de alimentos cada año, suficientes para erradicar el hambre.
En consecuencia, se requiere emprender con urgencia la tarea de promover mecanismos que aseguren la disponibilidad y el disfrute de una alimentación adecuada, indispensable para la vida y el desarrollo humano, cuidando al mismo tiempo los recursos que hacen posible la existencia de los seres humanos en el planeta.
Esto no se puede lograr sin la participación de la mitad de la población, de las mujeres, que somos agentes de cambio, y sobre todo, no se puede lograr sin la participación de las mujeres que trabajan todos los días en el campo. Porque sin mujeres rurales no habrá seguridad alimentaria.
La mujer rural es un agente de cambio que hace una enorme contribución, actualmente es invisible para el público y los grupos de interés. Las mujeres rurales hoy asumen una carga excesiva de actividades de cuidado sin remuneración ni reconocimiento; están expuestas a mayores desigualdades, violencias y su valor social es inferior al de los hombres.
La necesidad de promover la importancia de la mujer rural como gestora en la reconstrucción del tejido social de las zonas rurales es inaplazable. Las mujeres rurales juegan un papel importante como productoras de alimentos y generadoras de ingresos, vitales para el futuro de la humanidad.
Ante esta realidad, es responsabilidad de las instancias coordinadoras de implementación de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), con el apoyo de las instituciones relacionadas con la agricultura, generar los espacios de diálogo y participación necesarios para identificar las acciones requeridas para el empoderamiento de las mujeres rurales.
Es posible, con el apoyo decidido de los organismos internacionales, disipar la vulnerabilidad de las mujeres rurales, transformar las estructuras de poder y las costumbres sociales que, históricamente, han caracterizado las zonas rurales, lo que lleva a estas mujeres a sufrir una doble marginación: por ser mujer y por ser rural.
La Agenda 2030 ofrece la oportunidad de cambio que nos servirá para impulsar un nuevo paradigma en el desarrollo rural, el impulso de una sociedad donde la mujer rural no sea inferior ni superior al hombre, sino que pueda cultivar las cualidades que constituyen su fuerza y valor, una nueva mujer rural capaz de transformar y perfeccionar la comunidad en la que vive.
Las contribuciones de las mujeres rurales también son esenciales para la conservación de la biodiversidad, ya que desempeñan un papel de liderazgo como administradoras de ecosistemas. Son guardianas, defensoras del agua, las semillas, los bosques, los territorios y los ecosistemas.
A través del conocimiento y la experiencia local, las mujeres rurales a menudo entienden su entorno y las necesidades de su comunidad mejor que nadie. Transmiten conocimientos tradicionales, contribuyen significativamente al sostenimiento de la agricultura, la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud.
Promover la participación política y la representación de las mujeres rurales en la toma de decisiones contribuiría significativamente a reducir la pobreza y fortalecer la seguridad alimentaria y la resiliencia climática.
Las mujeres tienen una mejor comprensión de las necesidades nutricionales y culturales de su familia y comunidad. Por lo tanto, están mejor posicionadas para identificar los desafíos y las soluciones necesarias para mejorar su calidad de vida, la de sus familias y la de las comunidades en las zonas rurales.
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Por: María Fernanda Plazas Bravo
Twitter: @mafeplazasbravo