Loa a Magín Díaz

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Cuando la lluvia es copiosa el lodo lo invade todo en Gamero, con seguridad el alegre golpeteo de un torrencial aguacero sobre las tejas de zinc, arrullaron el nacimiento de Magín Díaz, hace más de noventa años.

Los sonidos de la naturaleza impregnan toda su obra y sus interpretaciones gozan de una voz inconfundible: mezcla la gravedad de sus ancestros traídos en galeras desde el África y afina con el jubilo y la sonrisa de los Palmares, a diferencia de los guaduales que lloran como escribiera Villamil.

A pesar de su humilde origen, de las barreras que la pobreza cernieran sobre su vida, trascendió todas las fronteras, por el Norte y por el Sur, por el Oeste y el Este también, y aunque no le dio la gana que el espíritu maligno se lo llevara, la muerte lo pescó en un hospital en Las Vegas, Nevada, justo cuando se aprestaba a recibir un Grammy Latino, en una de las dos nominaciones de que fue objeto, por su extraordinario repertorio musical.

Iniciado en el bullerengue, Magín apeló a las mujeres y a los elementos de su entorno para construir su hermosa obra: Rosa (que linda eres), Carmelina, Dolores, son algunos de los nombres femeninos que incorporó a su colección, en la que dibuja sencillas escenas cotidianas en la relación de los dos sexos y que moldean el afecto, el desengaño, la indiferencia y hasta el rencor, por eso escribe Mujeres Malas.

Pero la Totuma, elemento vital en las comunidades abandonadas en las que transporta el agua desde Mahates, la cabecera municipal, porque en el corregimiento no hay acueducto, son recuerdos de sus vivencias en un rincón olvidado de Colombia o a pila el arroz, labor de las mujeres trabajadoras de la región, atascadas en el atraso a que la clase política sume a la provincia, dirigencia a la que con picardía compara con el ciempiés, me va a picar exclama, para referenciar el daño que ocasionan.

No se le conoce una canción de Navidad, con seguridad careció en su infancia, al igual que muchos hoy de noche buena; no le tocó sufrir las miserias de los canallas que manejan los planes de alimentación escolar por que otra fue su época.

Su legado en contravía de sus penurias es de optimismo y esperanza, al contrario de lo que nos han ofrecido los padres y los hijos de las castas privilegiadas que han  gobernado este país.

Por: Libardo Gómez Sánchez – libardogomez@gmail.com

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