Ver llamas de más de 10 metros de altura consumiendo montañas enteras de bosque, animalitos calcinados en medio de las conflagraciones, fuentes de agua que se secan, cientos de personas intentando desesperadamente controlar estos incendios, y una expansión rápida de los mismos, han sido una escena común por estos días en el Huila.
Según la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres, UNGRD, hay 19 incendios activos forestales, y el Huila es uno de los departamentos más afectados con conflagraciones activas en Palermo, Campoalegre, Neiva y Aipe. Se calcula que en las últimas dos semanas, al menos 10.000 hectáreas forestales han sido consumidas por el fuego en el departamento, y cerca de la mitad han sido en Palermo, el municipio más afectado. Allí incluso las llamas han amenazado a la población civil, y han consumido casas y llegado a veredas y centros poblados.
Estas escenas han despertado la solidaridad de los huilenses, que se han volcado a cuanta campaña de donación ha existido para apoyar con hidratación a los bomberos y voluntarios que intentan extinguir el fuego, pero también con enseres y alimentos para los afectados.
Sin embargo, hoy más que nunca, además de despertar la solidaridad y el voluntariado, necesitamos despertar también la conciencia ambiental. Porque es que hemos sido nosotros mismos, los promotores de este desastre. ¡Sí! Está leyendo bien. Usted, yo, nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros amigos, nuestros familiares y hasta nuestros hijos, hemos contribuido a este panorama.
Desde hace muchos años, organismos a nivel mundial empezaron a advertirnos de los efectos severos y adversos que viviríamos sino frenábamos la contaminación de nuestro planeta.
Pues bien, el año pasado justamente la ONU anunciaba que la era del calentamiento global había terminado, pero no porque fuimos conscientes y revertimos la tendencia. Al contrario, terminó porque aumentó tanto, que ya no hablamos de calentamiento sino de hervidero global.
Y esto, básicamente quiere decir, que las temperaturas aumentarían exponencialmente. Al tener cada día una capa de ozono más debilitada, los cambios de temperatura serían más fuertes, y así lo estamos viviendo, no solo en el Huila, no solo en Colombia, sino en el planeta entero. Ciudades que antes eran frías, ahora padecen de fuertes olas de calor, como vimos hace poco en Europa; heladas en países por debajo de los 10 grados, y en extremo, ciudades fuertemente golpeadas por sequías, con temperaturas que llegan hasta los 49 grados.
En nuestro caso, en Neiva, las temperaturas han llegado a registrar los 43 grados centígrados, y en los últimos años pasamos de un promedio de 36 grados a 38.5. De ahí que cada día decimos con sorpresa, como si no fuera el pan de cada día: “hoy hizo mucho calor”.
El problema aquí no es solo es calor, el problema es los efectos que genera. Fuentes hídricas que se secan, especies vegetales que se afectan, animales que se mueren de sed y lo peor de todo, incendios forestales.
Recordemos que a comienzos de año que vivimos otra temporada de sequía intensa, vimos cómo los niveles de los embalses en todo el país, incluidos los del Huila, se redujeron en más de un 50%. Esto generó de hecho desabastecimiento de agua en ciudades donde estos embalses son además la fuente de los acueductos como en el caso de Bogotá; pero, sobre todo, un riesgo de apagón de energía.
Ahora estamos ante la oleada de incendios forestales más agresiva de los últimos años. Suramérica y norte América registran graves incendios forestales. Estados Unidos, Brasil, Colombia, Argentina y Chile, son algunos de los países más golpeados. En total se calculan más de 50.000 hectáreas de bosque afectados que pueden a la vez estar emitiendo 1.5 millones de toneladas de carbono a la atmósfera, complicando aún más la situación ambiental.
Muchos de estos incendios son ocasionados por las quemas controladas, que de controladas no tienen nada. Otros por la contaminación, otros por colillas de cigarrillo, que, al hacer contacto con pastos secos, producto de las oleadas de calor, generan rápidamente estos devastadores incendios.
Así que la tarea estos días, además de escandalizarnos por las impresionantes escenas e imágenes que nos dejan estos incendios; reflexionemos sobre lo que hemos hecho para llegar a este punto, y lo que podemos hacer para mitigar en algo, esta situación descontrolada que estamos viviendo. Ya no lo hagamos por nosotros, sino por las futuras generaciones que tendrán que vivir y padecer, mayores inclemencias del clima.
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La Ñapa
1. Los demás municipios que aún no padecen estos incendios, deberían mirar el ejemplo de Palermo y Neiva para tomar medidas a tiempo. Trabajar en la prevención es una buena alternativa. Hoy las afectaciones se están dando en las reservas forestales, pero comenzaron en pastizales, malezas y chamizas ubicadas cerca de las vías. Es importante empezar a podar, limpiar y prevenir.
2. Es increíble que, con semejante ola de calor, y con antecedentes de maltrato a los caballos, se haya programado una cabalgata en Neiva. No solo es impresentable, sino desconsiderado con los animales. ¿Dónde queda el amor que le profesan a estos caballos, cuando salen a montarlos por horas, bajo este clima? La Alcaldía debió haber prohibido semejante acto.
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Por: Andrés Felipe González Díaz
Comunicador Social y Periodista
Especialista en Comunicación Digital
Asesor en Comunicación Política