Pasadas las elecciones de senado y cámara, hay un mensaje claro: aquí ganan las maquinarías políticas y económicas. La compraventa del voto fue el personaje central de la contienda electoral pasada. La legitimidad del 80% del congreso recién elegido, está en entredicho.
En los últimos 3 meses de campaña, por todas partes se escuchaban comentarios en voz alta; que el candidato o candidata tal está comprando líderes populares a 500 mil, que ya fulano y zutano negociaron, mientras otros murmuraban: ¡eso es mejor con los de afuera que pagan más! Para el día de elecciones la mayoría de los famosos líderes o mercaderes de la política ya estaban marcados con el número $500 y a la vez andaban con lista y datos en mano, con nombres de personas del común entre 20 y 50, mesa de votación y número de cédula para que el comprador de votos o su delegado los marcara con el numero $50, después de haber comido lechona o tamal por cuenta de la doctora o el doctor que son “muy queridos”.
Un pueblo sumido en su mayoría en la pobreza comiéndose el cuento del “castrochavismo”, que no tiene vivienda digna, ni educación de buena calidad, ni tierra en donde trabajar, y sí la tienen los gobiernos y políticos de turno los tienen por fuera de su agenda.
Un país con un modelo de salud seguramente el peor del mundo, en donde mientras los usuarios se mueren haciendo cola en las EPS, los políticos que son sus dueños, se enriquecen.
Un país con unas leyes aprobadas por congresistas de turno que protegen la corrupción y la criminalidad. Un país que no cambiará en nada, porque el pasado 11 de marzo ese constituyente primario que son los electores, eligieron en las urnas a los mismos de siempre.
A más de 10 días de elecciones, los que feriaron su voto, que se dejaron marcar con el número $500 y con el $50, están viviendo su propia miseria, miseria que tendrán que seguir sufriendo posiblemente por décadas, hasta que surja una nueva generación que no se venda, que no se deje engañar por los maestros del miedo.
Hoy los que fraudulentamente ganaron curules en Cámara y senado, andan como sanguijuelas buscando como pegarse al próximo Presidente, para continuar desangrando al país.
La pobreza e ignorancia de un pueblo, es la gran fortaleza de una clase política inhumana y corrupta.
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Por: Miguel Rodríguez Hortúa – miguel.rh12@hotmail.com