En varias oportunidades he dicho que los medios de comunicación son en gran parte culpables de lo que está sucediendo en este país porque gracias a su inmenso poder de influencia en el pensamiento de la opinión pública, la van moldeando según los intereses no de los medios como tal, sino de sus dueños, generalmente conglomerados económicos con gran influencia en la política.
Vamos a ver en qué lado me ubican quienes razonan en blanco y negro, o solamente tienen pensamiento bidireccional, es decir que en este momento solamente creen que existe la izquierda y la derecha, y que uno de los dos es el malo y el otro el bueno, dependiendo del lado que se mire o se esté ubicado.
Estoy leyendo actualmente un libro titulado “El vientre de todas las guerras”, del escritor colombiano Armando Romero, una obra excelentemente escrita, en la que, desde tiempos modernos, cuando vivimos las consecuencias de tantos, pero tantos conflictos gestados desde el siglo XIX, se analizan algunos de ellos, principalmente los relacionados con el enfrentamiento entre liberales y conservadores.
Hoy la pelea es entre la izquierda y la derecha, pero fundamentalmente entre los intereses de dos grupos que se disputan el poder utilizando como armas, los discursos incendiarios, las movilizaciones, los noticieros a través de todos los canales posibles, desinformando algunas veces, otras veces informando lo que les conviene, pero en general, tratando de meterle fuego a la hornilla, esperando a que la olla pitadora explote.
Los colombianos estamos en medio de los intereses de dos fuerzas, la fuerza política que busca sus propios beneficios y la fuerza económica que va detrás de los suyos, pero en general, ninguna de las dos está tras el bien general, porque en cada una de estas fuerzas se venera la frase que reza, “el que se queme que sople”, y no vayamos a salir ahora que no es así, que yo solamente escribo necedades, porque en realidad tanto la una como la otra propende por el desarrollo integral de los habitantes de esta nación. Si eso fuera así, otro gallo cantaría.
Pero existe otra fuerza, la racional, la humanista, la que analiza, la que conoce el Estado, la que sabe de economía, de antropología, de sociología, la que estudia el pasado, observa y evalúa el presente y proyecta el futuro, esa es la fuerza intelectual, la misma que naciones en desarrollo escucha, atiende y obedece, y por eso avanzan; pero que en países como Colombia se ignora, porque las otras dos fuerzas la hacen a un lado pues a lo mejor no conviene que se pronuncie y que genere movimientos o cambios que afecten las mezquinas intenciones de las dos primeras.
El día que dejemos de ser tan pasionales, el día que abramos los ojos y los oídos para ver y escuchar la realidad, el día que los intelectuales tengan su espacio y las fuerzas políticas y económicas disminuyan sus ambiciosas pretensiones; ese día podremos decir que Colombia está en vía de desarrollo y progreso, mientras tanto estaremos en medio del fuego cruzado de los dos bandos que por el ansia de poder seguirán sacrificando colombianos de bien, ignorando a quienes tienen la fórmula para sacar a esta patria del atraso y de la guerra.
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Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
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