“Tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam”. Sin lugar a dudas, la frase «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia», expresada por nuestro Señor Jesucristo y que se cita en el evangelio de San Mateo, capítulo 16, versículo 18, es una de las expresiones sagradas emanadas del Hijo de Dios, más importantes para la Iglesia Católica, dado que establece el fundamento de la autoridad papal y de la Iglesia misma. A través de ella, Jesús le confiesa a Pedro su identidad como el Mesías y, a cambio, le delega un papel único en la construcción de su Iglesia.
En el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia humilde, nació el que sería el sucesor de Pedro en la tierra; a quien sus padres bautizaran con el nombre de Jorge Mario Bergoglio, pero que, al ser nombrado Sumo Pontífice, recibiría el nombre de Francisco.
Somos uno más de la lista de los 8.062 millones de personas que habitan el planeta tierra, en sus cerca de 80 millones de kilómetros cuadrados (superficie terrestre habitable), y si pertenecemos a la iglesia católica, debemos saber que también somos uno más de la lista de los 1.406 millones de feligreses. Hoy en día existen 406.996 sacerdotes católicos en el mundo, 5.430 obispos, mas de 600 arzobispos, 252 cardenales, de los cuales solamente 135 cardenales menores de 80 años hacen parte del Colegio Cardenalicio.
Pues bien, de esos miles de millones de personas, una pequeña proporción escucha el llamado para vivir la experiencia sacerdotal y asumir esa gran responsabilidad; y luego de surtir un proceso de formación espiritual, humano, experiencial y académico, se logra comenzar la vida eclesiástica, para que por decisión de la Providencia Divina solamente uno pueda asumir el gran reto de liderar la Santa Madre Iglesia Católica. Ese fue Francisco, el escogido entre miles de millones.
Bergoglio, el sacerdote rebelde, quien quiso vivir su vida pastoral entre pobres y sentir las necesidades de esta gente como suyas, logró trascender gracias a su liderazgo y al compromiso férreo que Dios le encomendó y que lo llevó a ser el gran patriarca de la Iglesia que Jesús fundó tomando a Pedro como base de la misma.
Que hermoso ejemplo nos deja su Santidad el Papa Francisco, con su inconmensurable humildad, solidaridad, amor por el prójimo, don de servicio, amor a la Santísima Virgen María e inquebrantable compromiso de fe. Su erudición generó un nuevo despertar en la Iglesia Católica y revivió el fervor por parte de los fieles creyentes a nivel global, eso es algo inocultable e innegable.
Aunque el Papa Francisco ha nacido para la vida eterna desde el mismo momento de su llamado, las honras fúnebres están previstas para el sábado 26 de abril, cumpliendo con el rito católico; y según dicta la tradición, el cónclave debe celebrarse como mínimo 15 días posterior al fallecimiento y como máximo 20 días después. El inicio del cónclave da comienzo luego de la celebración de la Santa Misa Pro Eligendo Papa, que se oficia en la mañana en la Basílica de San Pedro.
Que, así como nuestro Señor Jesucristo con su infinita sabiduría orientó al Concejo Cardenalicio para elegir a Jorge Mario Bergoglio para que hiciera las veces del apóstol Pedro en la tierra, con la sapiencia que lo hizo, los ilumine para elegir a un sucesor para que continúe con su legado.
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Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
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