Pensé mucho en hacer esta columna.
En si era necesaria o si valía la pena comprometer mi opinión con el nombre de un candidato. Los que me conocen saben de mi independencia respecto a temas electorales, pero también de mis preocupaciones por los desafíos a los que nos vemos enfrentados como sociedad, en la búsqueda de un camino que nos haga superar la apatía por lo político y nos permita construir un proyecto colectivo en el que logremos inclusión, justicia y desarrollo.
En una columna anterior escribí sobre lo aburrida que puede llegar a ser la política en términos electorales porque en campaña todos los candidatos parecieran hablar de las mismas cosas, de los mismos problemas y de las mismas fórmulas fracasadas como solución a estos.
Pareciera que en el afán por conseguir votos, todos terminan cayendo en discursos de propuestas vacías sin sustento técnico o científico, recurriendo a la sensiblería del electorado con temas recurrentes sobre lo que consideran valores familiares, casi siempre ligados a temas religiosos. Los más arriesgados, solo llegan al uso del populismo como receta mágica para agradar a un público cada vez más formado y mejor informado. A eso le apuesta el marketing político en la actualidad.
Sin embargo, en medio de tanto aburrimiento por la escasez de audacia, siempre será posible decir que al final no todos los políticos son iguales, contrario a lo que puede pensar la gente en las calles, llevados, con razón, por una profunda sensación de decepción que sólo aumenta con cada elección.
No son iguales porque no representan las mismas cosas, y la apatía por la decepción (plenamente justificada) solo beneficia a quienes por años han gozado del poder que otorga el presupuesto territorial en beneficio exclusivamente personal, pensando muy pocas veces en el interés general.
El Huila tiene un atraso evidente en infraestructura, desarrollo, educación, empleo, medio ambiente, ahondadas todas estas problemáticas en el sometimiento irresponsable del territorio a políticas económicas extractivas que no generan impacto positivo en las comunidades, prueba de ello, El Quimbo. Y a pesar de esto, aún podemos decir que no todos los políticos en la actual contienda electoral, que se resuelve el próximo domingo, representan las mismas cosas.
Pregúntense qué o a quiénes representa cada uno de los candidatos a la gobernación o a la alcaldía, eso debería darle luces a la hora de escoger una opción para votar de manera consciente y pensando en el futuro de todos.
Esta semana Germán Vargas Lleras, jefe de cambio Radical, partido del actual Gobernador del Huila y padrino político de la cuestionada ex gobernadora Cielo González Villa, se reunió con los candidatos Carlos Ramiro Chávarro y Gorky muñoz (ambos aspirantes por segunda ocasión a la Gobernación del Huila y la Alcaldía de Neiva respectivamente), para expresarles su preocupación por lo que llamó una campaña “apretada” en la recta final, dictó lineamientos al respecto, y ordenó a todos los asistentes trabajar estos últimos días para que no les faltara “el centavo para el peso”.
En dicha reunión estaban presentes miembros reconocidos del partido conservador, entre ellos Esperanza Andrade, hermana del cuestionado senador Hernán Andrade. Llama la atención que este partido tiene candidato propio a la alcaldía de Neiva pero le hacen campaña a uno diferente, en este caso Gorky Muñoz, lo que podría eventualmente traer problemas legales a alguno de los dos candidatos por doble militancia, de acuerdo con la nueva postura del Consejo Nacional Electoral que revocó la candidatura a la alcaldía de Bucaramanga de Fredy Anaya, por asistir a un evento de campaña del candidato a la Gobernación de Santander, Mauricio Aguilar, pues, en palabras del tribunal electoral, un candidato afiliado a un partido solo podría hacer campaña por un candidato de su mismo partido, así exista una coalición. Supongo que todos los ahí reunidos conocen el contenido del fallo del CNE, pero dudo que en realidad les preocupe, porque saben que de eso poco se hablará por estas tierras y porque, al final, el interés es uno solo: Seguir detentando el poder del que han gozado hasta ahora.
Carlos Ramiro Chávarro, representa a la clase política que lleva años apropiándose de la contratación del departamento, con el saldo negativo que ya todos conocemos.
Al final decidí escribir esta columna como una forma de alentarlos a reflexionar en algunos aspectos que a veces se nos escapan por la indignación del momento, en esa frase generalizada de “todos los políticos son iguales”, porque nos estamos jugando el futuro del Huila el próximo 27 de octubre y no podemos seguir en la apatía de la que se alimentan aquellos que no quieren soltar el poder.
Tenemos una oportunidad para cambiar el rumbo político, para apostar por el diseño de políticas públicas que consulten la vocación del territorio, para impulsar nuevas ideas de desarrollo desde lo rural, una oportunidad para (por lo menos) cambiar de manos la contratación del departamento. Luis Enrique Dussán no representa los mismos intereses que representa Carlos Ramiro Chávarro.
Tres aspectos claves de la candidatura de Luis Enrique Dussán que lo perfilan como la mejor opción para el Huila: A pesar de tener origen en el Partido Liberal, Dussán representa además los sectores de política alternativa del Huila (con él están el Polo Democrático, la alianza UP-CH y ha recibido el respaldo de las directivas local y nacional del Partido Verde).
Los problemas relacionados con la seguridad los aborda desde las causas, sin caer en propuestas de medidas populistas que sólo se enfocan en las restricciones y sanciones. Por último, es el candidato que le quiere apostar al tema ambiental desde lo técnico, sin caer en clichés tan de moda por estos días.
Yo sí creo que con Luis Enrique Dussán “el Huila crece”. O por lo menos, no sigue por el mismo camino.
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Por: Gina Paola Montealegre Linares
Twitter: @ginachef