Cuide su cerebro con la lectura

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La lectura es un hábito saludable que no solo aporta a la imaginación, sino también aumenta la capacidad de aprendizaje y adaptación del cerebro, entrena la memoria de trabajo, fortalece la atención, promueve el bienestar, brinda la relajación, así como induce al sueño, y disminuye la velocidad del deterioro cerebral y cognitivo con la edad.

Pero desarrollar el hábito es complejo, y en buena medida esto responde a que nuestro cerebro no tiene un área específica para la lectura. Para adquirir una mejor salud cerebral y general a largo plazo producto de esta actividad, el doctor Christian Muñoz Farías, médico psiquiatra de niños y adolescentes adscrito a Colsanitas y el doctor Leonardo Palacios, médico neurólogo adscrito a Colsanitas le brindan tres consejos:

Conviértalo en un hábito

Aprender a leer exige al menos integrar las áreas del cerebro dedicadas a diferentes tareas como el reconocimiento visual, que empleamos para diferenciar objetos; el procesamiento del lenguaje; el movimiento con el que guiamos nuestros ojos; y la comprensión del espacio de un paisaje o una página.

Como muchas otras tareas para las que nuestro cerebro no tiene un área específica, la lectura nos exige crear circuitos cerebrales donde la práctica y la persistencia del hábito es lo que los vuelve más rápidos, robustos, grandes y complejos. Como señala el doctor Leonardo Palacios: “el cerebro puede crecer, cambiar y tener mejor salud si se ejercita, como un músculo. Y el gimnasio de la mente es el aprendizaje”.

La lectura contra el olvido por deterioro o enfermedad

Un cerebro con mayor neuroplasticidad y circuitos más robustos tiene mayor competencia a la hora de reemplazar o suplir las áreas y caminos que se van deteriorando con el tiempo y la enfermedad. Es decir que la lectura, al igual que la interpretación musical, aprender otro idioma o practicar la danza, previene en cierto grado el desarrollo de distintas formas de demencia como el Alzhéimer, además de entrenar al cerebro para ser más recursivo en sus procesos de adaptación a distintos contextos, incluyendo su propio deterioro.

La forma como leemos importa

La lectura profunda es, sin duda, la que permite adquirir todos los beneficios mencionados, la neuroplasticidad requiere tiempo y práctica. El doctor Palacios asegura que: “por eso, la lectura transversal o ágil que se hace al leer noticias o consultar algo en Internet no sirve para desarrollar todo esto. Estos beneficios cerebrales vienen de la mano de la lectura de libros y de prestarle atención, dedicación y tiempo, ojalá horas”.

En caso de sufrir serios problemas de concentración como los que podría padecer alguien con un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, por ejemplo, la lectura también puede ofrecer un espacio de concentración y entrenamiento para la atención y la memoria de trabajo. El doctor Christian Muñoz, señala al respecto que en este caso la lectura en voz alta ha resultado ser el modo más efectivo para aumentar la concentración y la comprensión de los pacientes con TDAH, permitiéndoles de paso formar el hábito (o enfrentar mejor los retos de su condición frente a la escolaridad o el trabajo) y poder obtener todos los beneficios que trae disfrutar de un libro.

La lectura también es un inductor del sueño, gracias a la reflexión de la luz tenue de una lámpara sobre el papel genera un efecto capaz de disminuir la tensión arterial, el ritmo cardiaco y el estrés, tan potente como el del yoga. Ambos especialistas, en concordancia, sostienen que es gracias a este tipo de efectos que la lectura puede regalarnos no solo mejor calidad de vida, un menor deterioro cerebral y mejores horas de sueño, sino unos cuantos años más para seguir disfrutando de las ideas e historias que podemos disfrutar a través de los libros.

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