Crónica de una tragedia anunciada: Planeación Territorial

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En las últimas décadas se ha visto como las ciudades se han ido desarrollando, creciendo sostenidamente, muchas veces sin una regulación adecuada, sin ningún tipo de orden que fije los parámetros de su paulatina proliferación. Podemos ver claros ejemplos en nuestro país, donde hoy existen ciudades unidas que antes estaban claramente distantes. El desarrollo de todo ámbito se basa en la anticipación, por lo que debemos planificar a tiempo y no lamentarnos cuando ya sea demasiado tarde.

Cuando se acerca la temporada de lluvias, con altas intensidades y temperaturas por sobre la media volverán a afectar a la zona de cordillera de nuestro país, ocasionando inundaciones, aluviones y deslizamientos. Saldrán entonces las autoridades diciendo que ese será un “fenómeno poco común y que el Cambio Climático llegó para quedarse”, pero en términos simples eso quiere decir que nuevamente nuestra institucionalidad no se encuentra preparada para hacer frente a la realidad geográfica de nuestro territorio.

De acuerdo al Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático desarrollado por el Ministerio de Medio Ambiente, la temperatura experimentará un progresivo aumento en los valles y cordillera, el que podría llegar hasta 2°C por sobre la media. Con esta alza, las cuencas hidrográficas recibirán más precipitaciones, aumentando sus coeficientes de escorrentía. Es decir, el riesgo de aluvión será cada vez mayor

Mientras los peligros naturales continúan produciéndose, las acciones humanas pueden incrementar o reducir la vulnerabilidad de las sociedades ante estos riesgos y los desastres ambientales, centrándose en los factores socioeconómicos que determinan tal vulnerabilidad.

Por ejemplo, el crecimiento de la población y los cambios en los patrones demográficos y económicos (que han conducido a una urbanización descontrolada), en conjunto con la pobreza generalizada, han forzado a grandes grupos de población a vivir en áreas propensas al desastre y en albergues poco óptimos, de esta manera se incrementa la vulnerabilidad.

Por otro lado, existe un amplio campo de acción para reducir el riesgo mediante la aplicación de esfuerzos de prevención y mitigación, basados, por ejemplo, en la tecnología moderna empleada para pronosticar el tiempo en términos de desarrollo de sistemas de alerta temprana y de la puesta en práctica de mejores planes de utilización territorial en los asentamientos y las prácticas de construcción, siempre y cuando las sociedades se aseguren de que la aplicación de estas prácticas sea consistente con las necesidades del desarrollo sostenible.

Debemos por tanto buscar un desarrollo ordenado, heterogéneo, donde el eje de planificación no sólo sea el aspecto físico (la tierra), sino también tener en cuenta aspectos económicos, sociales, naturales, etcétera. Dichas consideraciones deberán ser analizadas y plasmadas en una especie de Plano regulador Intercomunal, el que sin duda debe ser discutido y construido con todos, no sólo dejarlo supeditado a la construcción de arquitectos o asesores urbanistas, siendo esta una gran oportunidad para construir nuestras ciudades con una mirada transversal, donde podamos todos quienes integramos las ciudades dar nuestras consideraciones y así, a partir de esto, crear ciudades más integradoras, armónicas, y en definitiva crear “buenas ciudades”.

Por: María Fernanda Plazas Bravo
Twitter: @mafeplazasbravo

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