La Cuarta Revolución Industrial ya no es un concepto abstracto ni una promesa lejana. Está ocurriendo aquí y ahora, con impactos tangibles en la manera en que vivimos, producimos y trabajamos. Según el Future of Jobs Report 2025 del Foro Económico Mundial, cerca del 40% de las habilidades actuales estarán obsoletas para 2030.
El mundo se encamina hacia una transformación profunda del trabajo, donde la inteligencia artificial, la automatización y la transición verde marcarán el pulso del desarrollo económico. ¿Está Colombia preparada para ese salto?
Las habilidades más valoradas en este nuevo entorno no serán necesariamente las técnicas o específicas de un oficio, sino aquellas que permiten adaptarse y aprender constantemente: pensamiento analítico, resiliencia, liderazgo, alfabetización digital, creatividad y aprendizaje continuo. A esto se suman competencias técnicas en análisis de datos, ciberseguridad, sostenibilidad, inteligencia artificial y energías renovables.
El reto para Colombia es inmenso. Nuestra economía sigue siendo altamente informal (más del 60% del empleo), con un sistema educativo desarticulado de las necesidades productivas y grandes brechas de acceso al conocimiento, especialmente en zonas rurales. Mientras tanto, millones de jóvenes enfrentan un mercado laboral cada vez más exigente y volátil, sin las herramientas necesarias para prosperar en él.
Este escenario puede ser visto como una amenaza o como una oportunidad histórica. Para no quedar rezagados, Colombia debe construir con urgencia una estrategia nacional de habilidades del futuro. Esto implica una transformación profunda del sistema educativo —desde la educación básica hasta la formación profesional— alineada con las demandas del siglo XXI. Además, se requiere una política pública sólida que incentive la formación continua, promueva alianzas entre el Estado, el sector privado y la academia, y priorice el desarrollo de talento humano como motor del crecimiento económico.
Los empresarios, por su parte, tienen la oportunidad y la responsabilidad de liderar la reconversión laboral desde sus propios entornos. Capacitar a sus trabajadores, invertir en tecnologías de formación y fomentar la movilidad interna será clave para afrontar los cambios que ya están ocurriendo.
El futuro del trabajo será para quienes más rápido aprendan, no necesariamente para quienes más títulos tengan. Y ese aprendizaje debe ser accesible, flexible y pertinente. Apostar por el talento nacional no es solo una cuestión ética, sino una estrategia de supervivencia económica.
Colombia no puede permitirse quedar al margen de esta transformación global. No estamos hablando solo del futuro del empleo, sino del futuro del país. Invertir en las habilidades del mañana es, quizás, la decisión más estratégica del presente.
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Por: Adonis Tupac Ramírez Cuéllar – adonistupac@gmail.com
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