Que alguien dijera hace unos meses que el sucesor o sucesora de Gustavo Petro en la presidencia, fuera alguien de izquierda, sería todo un disparate.
No solo por la imagen que mostraba, sino además por los resultados obtenidos en muchos temas, como la misma seguridad, que desdibujó su política de paz total.
Sin embargo, decirlo hoy no es una locura, es de hecho una posibilidad alta. A un año de las elecciones, el mandatario de los colombianos está jugando el juego que mejor sabe, con cancha llena y está de local.
No sé si la derecha jamás lo visualizó, pero al igual que hace cuatro años, cuando el mal gobierno de Iván Duque llevó al descontento social en las calles, y de paso a un estallido que se convirtió en el campanazo de alerta de la derrota de la derecha en las urnas; la historia podría repetirse.
Y es que se están dando todos los elementos. Primero, una excusa perfecta del gobierno de no poder cumplir con el cambio prometido, pues ha tenido todos los bloqueos habidos y por haber del Congreso, en cabeza de los sectores de derecha. Una a una han bloqueado todas sus reformas, muchas de ellas sin el debate debido, lo que alimentó la narrativa del gobierno de victimizarse.
Segundo, un país que, aunque ha mostrado recuperación en muchos sectores de la economía, como el desempleo, la inflación, el turismo, las exportaciones, entre otros, vive en un constante pánico financiero, orquestado por los medios que quieren hacer ver el país hecho un desastre. Y eso ha generado que los medios pierdan credibilidad en la gente y hoy estén consumiendo más medios alternativos y redes sociales.
Tercero. Un desespero de algunos sectores por señalar que este es el peor gobierno de todos los tiempos, mientras que, al mismo tiempo, múltiples casas encuestadoras muestran un repunte en la imagen del presidente y una necesidad aún permanente de cambio. Es decir, el colombiano de a pie, no ha comprado la narrativa que les han querido imponer.
Y mientras todo eso ocurre, y a pesar de los múltiples errores que comete el presidente y su equipo, porque hay que decirlo -da papaya a diario-, el país se alista para una gran consulta popular, que será la plataforma política de las próximas elecciones.
De ahí que ver a unos y otros rasgarse las vestiduras porque Petro hace política con ella es absurdo, pues es el juego al que lo llevaron, en el que efectivamente es fuerte, es hábil, tiene buen discurso y, sobre todo, sabe mover masas.
La culpa no es de Petro por promover una consulta y medir su electorado para las próximas elecciones, la culpa es de la extrema derecha, los medios y de todos los sectores que le pusieron en bandeja de plata este panorama.
Si no les gusta ver a Petro en plaza pública, se lo van a tener que seguir aguantando. Desde allá avivará el voto de la consulta popular. Y sí, utilizará las herramientas que tiene a la mano, como Jefe de Estado para impulsarla. Al fin y al cabo, es su campo de juego, y la oposición lo invitó a jugar allá, creyendo que lo puede derrotar. ¿Será que lo logra?
Porque hay algo cierto y es que esto no se trata de si Petro gana o no la consulta. Obtener 13 millones de votos será muy difícil. Pero en cambio sí se trata de motivar su electorado de cara a las elecciones de 2026. Yo les pregunto, ¿será que, si salen 8 millones de colombianos a votar por el Sí a las preguntas de la consulta, la izquierda o el candidato que diga Petro, no estará con un pie en la segunda vuelta?
Cayeron en el juego de Petro. Ahora más que nunca proclamará su discurso de lucha contra la oligarquía, contra la clase política tradicional, contra aquellos que quieren recuperar el poder, contra los que no lo han dejado gobernar, contra los que no quieren mejores condiciones para los empleados, contra los responsables del sistema de salud, y contra los dueños del poder económico. Esa ha sido su narrativa siempre y seguirá siéndolo ahora que la campaña ya arrancó.
La Ñapa
Lamento haberme enterado por un boletín de prensa esta semana, que me convertí en el último ganador del premio de Periodismo Reynaldo Matiz en la categoría Mejor Columna de Opinión. Los concejales de Neiva, basados, no sé en qué, decidieron eliminar esta categoría.
Y aunque celebro que hayan abierto otras como la de periodismo universitario, lamento que se elimine este reconocimiento, a quienes, desde nuestra opinión, no solo generamos opinión, sino que también informamos, debatimos y denunciamos.
No obstante, esta decisión no hará que deje de hacer este ejercicio, y que desde estas letras siga opinando y denunciando del acontecer diario. Gracias a ustedes por leerme.
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Por: Andrés Felipe González Díaz
Comunicador Social y Periodista
Especialista en Comunicación Digital
Asesor en Comunicación Política