Campañas al Congreso; a sus marcas, listos…

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La temperatura política en el Huila subió de golpe. Ya se ven las camionetas blindadas rodando por las carreteras, escoltas bajando a toda prisa y reuniones discretas en fincas apartadas.

Es la época preelectoral: ese carnaval donde los candidatos al Senado empiezan a armar sus estructuras para pescar votos en las regiones más olvidadas, mientras los huilenses nos preparamos para la misma rutina: escoger entre los de acá y los de afuera… ambos con un balance de nulo impacto positivo para la región (y aquí confieso: prefiero votar por alguien de afuera que haya demostrado trabajo, antes que por esos que solo vinieron, sacaron votos y jamás volvieron).

En la baraja al Senado asoman nombres conocidos. Carlos Julio González (sin ninguna opción), actual congresista por Cambio Radical, se vende como carta segura. Hernán Andrade reaparece tras un receso, intentando resucitar después de la debacle en que su hermana y sus amigos hundieron al Partido Conservador.

Y en la esquina del Pacto Histórico, la “profe” Leyla Rincón suena con la aspiración de llegar al Senado; aunque lo que se comenta en voz baja es que las bases de su propio partido prefieren verla quemada allá arriba, lejos de la Cámara.

La desconexión de los dirigentes con la gente es tan evidente que el ambiente político regional se siente frío, apático. Los ciudadanos no creen en los procesos, pero tampoco encuentran alternativas nuevas. Esa desconfianza será clave en la pelea por la Cámara, donde se reparten las cuatro curules del departamento.

El Partido Liberal está tranquilo: Flora Perdomo prácticamente tiene asegurada la reelección. Cambio Radical, pese a su crisis, si logra cerrar filas alrededor de Julio César Triana podría conseguir una muy buena votación. Aquí, sin embargo, surge una preocupación mayor: su seguridad. El atentado que sufrió en agosto no solo lo puso en riesgo a él, sino que expuso la falta de garantías en un Huila donde hacer política se ha vuelto un deporte extremo.

La actual representante Luz Ayda Pastrana, a pesar de su trabajo juicioso, difícilmente alcanzará la votación suficiente para sostenerse en la curul. Su llegada, dicen muchos, fue más producto de la suerte que del arrastre político: “al que le van a dar, le guardan”. Y parece que ya no hay guardado para repetir.

En los Verdes el panorama es de lamentable división. Entre peleas internas, shows en redes y el desgaste de lo poco que quedaba del legado de Óscar Urueña, la colectividad parece más ocupada en disputas de egos que en consolidar una propuesta seria. Hoy, William Alvis y Natalia Caviedes caminan en la cuerda floja, sin tener certeza siquiera de aparecer en la lista oficial.

Aquí cabe un consejo para la candidata Diana Monje, quien además tiene influencia en las directrices nacionales del partido: si de verdad quiere que los Verdes no terminen convertidos en anécdota, debería dejar de lado las pugnas y ayudar a unificar la lista. Porque, siendo claros, solo si ingresa la exalcaldesa de Palermo, Natalia Caviedes, los Verdes tendrían una opción real; sin ella, el fracaso será rotundo.

El Pacto Histórico tampoco pinta bien. Sus nombres en consulta —Mauro Sánchez y la concejala Lourdes Mateus— suenan en titulares, pero difícilmente alcanzarán el umbral. Y si lo alcanzan, no será por convicción ciudadana sino por el peso burocrático del petrismo.

El Centro Democrático y el Partido Conservador atraviesan un panorama difuso. Hasta ahora no han mostrado un interés claro en conformar listas fuertes ni en presentar precandidatos con verdadero posicionamiento regional. Esa falta de definiciones los deja en un escenario de incertidumbre, con pocas posibilidades de disputar curules si no logran un remezón interno en las próximas semanas.

Y en medio de todo esto, estalló la noticia: el exalcalde Gorky Muñoz quiere ser candidato al Congreso. Su aspiración ha encendido los ánimos: guste o no, Gorky tiene maquinaria popular y arrastre real en sectores que los demás solo visitan en campaña. En la matemática electoral, el partido o movimiento que lo reciba tendría casi garantizada una curul, y hasta podría soñar con dos. Hoy, nos guste o no, Gorky es la joya de la corona.

Como dice con ironía Victoria Eugenia Dávila, “la cosa política sigue moviéndose”.

Por: Andrés Felipe Guerrero
Abogado
Especialista Derecho Constitucional y Administrativo

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